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Día del Padre

El amor de sus hijos ha ayudado a Arturo Santamaría a superar los problemas

La responsabilidad de convertirse en padre le dio un objetivo al académico y a su esposa Sandra Luz: brindar un futuro estable para sus hijos el día que ellos falten
15/06/2024 21:19

MAZATLÁN._ Contraer nupcias y pensar en formar una familia con su esposa Sandra Luz López, siempre estuvo en los planes de Arturo Santamaría. Lo que fue una sorpresa para él fue que después de casi 33 años de haber sido padre por primera vez, sus dos hijos vendrían a llenarlo de enseñanzas y de mucho amor.

“Los hijos nos enseñan que nadie nos puede querer tanto y nosotros no podemos querer tanto a nadie como a los hijos, y que eso nos haga pensar ‘nunca dejes a tus hijos porque son los que más te quieren y lo que uno más quiere’. Cuando estemos desesperados o con problemas grandes pensar en los hijos, que hay que darles amor y que ellos van a seguir dando amor ayuda a superar muchos problemas, así ha sido nuestro caso”, expuso el académico.

La responsabilidad de convertirse en padre le dio un objetivo por el que ha trabajado de manera incansable con su compañera de vida: brindar a sus hijos un futuro estable para el día que ellos falten.

“Yo pienso mucho en el futuro pensando en mis dos hijos; les quiero dar solidez. En el caso de Fran, una solidez económica, quiero que haya suficientes recursos para pagar a las personas que lo cuiden de por vida; y en el caso de mi hija, darle la mayor educación posible para que se defienda, pensando en ellos siempre”, manifestó.

Cuando en su momento hubo problemas, el amor no desbordaba o las diferencias por temas domésticos se llegaron a presentar entre él y Sandra Luz, pensar en sus hijos y en el amor que les tienen los mantuvo unidos, señaló.

“En algún momento me llegué a enojar tanto que decía ‘me voy a salir de la casa no sé cuántos días’. Jamás lo hice porque siempre pensaba ‘mis hijos están muy chiquitos, necesito llevar a Alessandra a la escuela, necesito llevar a Francisco, necesito leerle en la noche sus cuentos a mi hija’; entonces, sin duda, querer a los hijos nos ayudaba a superar los problemas y ver que lo más importante es amarlos”, explicó.

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Fran: el amor incondicional

El primer embarazo de la pareja fue a los seis años y medio de matrimonio, el cual transcurrió totalmente normal. Francisco Miguel o Fran, como es llamado de cariño, el primogénito de los Santamaría López, nació en el Seguro Social, dando una gran emoción a Arturo, que con el paso de los años les daría la mejor lección de cómo sentir el verdadero amor incondicional.

“Ese día yo estaba nervioso y cuando una ex alumna que trabajaba en el Seguro Social me dijo quiere ver a su bebé, le dije ‘sí’ y a la media hora de haber nacido él, me lo trajo y ya lo pude ver pero tras una puerta de vidrio, no lo pude tocar en su momento”, contó Arturo.

“Y lo que recuerdo inmediatamente es que su mirada es la misma de hoy, exactamente la misma mirada de hoy, por supuesto que era la mirada de un bebé inocente, pero al mismo tiempo como que muy penetrante, que veía muy lejos, así lo describo yo”.

Fue al día siguiente, estando en casa, cuando cayó en cuenta de la nueva etapa que estaba viviendo y estalló en felicidad. Tomó su rol de padre por completo y tan solo al mes y medio de nacido, dijo, los paseos matutinos por su antiguo barrio se convirtieron en su momento de conexión, ante la mirada de las vecinas que, con sorpresa, hace 33 años inusualmente veían a un hombre de madrugada empujando una carriola.

“Puedo decir que el amor hacia él fue creciendo, paulatinamente incrementándose pero de una manera sorprendente. Algunos padres quizá desde un principio desde que ven a su hijo estallan de amor, en mi caso sí fue así, pero fue creciendo de una manera que hasta a veces yo sentía que tenía una dependencia hacia él”, apuntó.

“A mes y medio de que nació, él lloraba mucho, no sabíamos por supuesto que él era un niño autista y muchos niños o casi todos los niños autistas lloran mucho, y yo me levantaba en la mañana y lo empecé a sacar en la carriola y desde entonces no he dejado de pasearlo, en carro ahora, ahí descubrí que era un placer y que eso lo tranquilizaba mucho y ahí andaba yo paseándolo, se me quedaban viendo muchas señoras como diciendo ‘qué hace este señor’, porque era todos los días a las 5:00 o 5:30 de la mañana salir a pasear y eso me hizo acercarme mucho mucho a él”, compartió.

El diagnóstico de autismo para Fran llegó tiempo después y con él trajo el saber que tenía muchas necesidades especiales y habría que quererle y ayudarlo aún más.

“Lo que ha logrado nosotros mi hijo es enseñarnos que en la vida lo más importante es el amor. Es muy común decir esto, pero el saber que él no es una persona funcional, que no es una persona productiva, que es una persona que depende totalmente de sus padres, uno pensaría, bueno, solo los exitosos y las personas productivas son las que despiertan sentimientos poderosos de sus seres. Mi hijo nada de eso es, pero nos ha demostrado que en la vida lo más importante es amar, independientemente de cómo sea la persona hay que amarlo”, expresó.

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Alessandra: la tolerancia y el respeto a los sueños

Alessandra llegó a la vida de sus padres en condiciones emocionales especiales: su hermano Fran recientemente había sido diagnosticado con autismo a la edad de 6 años y medio, y esto sin duda dejaba la incertidumbre de la probabilidad de que ella también presentara alguna condición.

Para sorpresa de todos, comentó Arturo, Alessandra rompió con el pronóstico y resultó ser una pequeña que, por el contrario, dio muestras de grandes habilidades y con un desarrollo intelectual inusualmente destacado.

“En el caso de mi hija, que es totalmente contraria, es una niña normal, ella es seis años y medio más joven que él (Fran). Mi esposa se volvió a esperar mucho tiempo y lo que vimos fue una niña que a los ocho meses ya hablaba, a los 5 años ya leía y ya escribía, ya leía cuentos a esa edad. Claro, yo le enseñé desde que tenía año y medio, yo le leía cuentos diario, y se convirtió en una gran lectora. Es una niña con un gran lenguaje, una riqueza verbal muy grande, con una gran elocuencia”, externó.

También, a diferencia del alumbramiento de Fran, Arturo pudo presenciar la llegada al mundo de Alessandra, el momento del parto, y ser partícipe con gran emoción de ese instante inolvidable.

“Yo pude presenciar el parto en un hospital privado. Es una emoción indescriptible, verla salir, yo creo que es de las emociones más grandes que la naturaleza me ha dado. Uno se da cuenta de las fuerzas que tiene la naturaleza para emocionarnos, también porque estábamos en una situación muy especial, meses antes nos habían dado el diagnóstico definitivo de nuestro hijo, que era autista”, reveló el académico.

“Habíamos dicho como sea nuestra hija la vamos a querer, ya habíamos pasado la prueba, teníamos un hijo autista y lo amamos, como sea vamos a amar a nuestro próximo hijo, ella nació en esas circunstancias emocionalmente muy difíciles”.

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Cuando Alessandra nació, la curiosidad de su madre por saber si físicamente se veía sana la invadió y atinadamente Arturo solo pudo expresar lo hermosa que le parecía la nueva bebe, cuya llegada también emocionó a Fran.

“Cuando nació, mi esposa me preguntó ‘¿cómo está?’, quería saber si físicamente estaba bien, yo le dije ‘es muy linda, preciosa, se parece a ti’, y la vida transcurrió muy diferente con ella. Lo interesante es que la relación entre ellos dos es maravillosa. Ella dice ‘todas mis amigas y mis amigos se peleaban con sus hermanos, yo jamás me peleé con mi hermano, yo nunca tuve un pleito y eso se lo agradezco a Dios’”, platicó.

“Cuando ella nació le dijo mi esposa a mi hijo ‘tienes una hermanita’ y él entendió a pesar del autismo, empezó a dar vueltas y empezó a brincar y decía ‘¡Tengo una hermanita! ¿Y no se va a ir, se va a quedar?’. Le causó una gran emoción, entonces ha habido desde el principio una relación muy intensa, incluso mi hija le ha escrito poemas a su hermano, es una relación muy bonita entre ellos. Ella lo ha entendido muy bien y sabe que se va a encargar de su hermano”.

Aunque Arturo dejó claro que el amor por sus hijos estuvo presente desde el primer día, saber que Alessandra no tenía la condición de su hermano, ni ninguna otra de ese tipo, fue un gran descanso, aunque siempre pensó que hubo momentos donde ella lo necesitó y la atención debía ser más para Fran.

“Yo siempre he pensado que sí llegó a resentir un poco sobre todo en la adolescencia, que inevitablemente le tuviéramos que dedicar más cuidados y más tiempo a su hermano. Ella siempre me dijo que no, yo pienso que quizás sí, pero probablemente ella tenga razón”.

Alessandra rompió el molde, tomó las enseñanzas de su padre y se forjó sus propios ideales, precisó Arturo Santamaría; así rompió con ese sueño que en ocasiones llena a los padres de trascender a través de los hijos.

“A veces los padres uno quiere como prolongar o lograr lo que no hizo uno en su vida y digamos de alguna manera yo lo quería hacer. Ella nos enseñó mucho a aprender la tolerancia, el respeto a que tome sus decisiones propias, a no imponer nada, al contrario, ayudar a que cumplan sus metas como debe ser”, admitió.

“Por ejemplo, yo nunca leí de niño buena literatura y lo hubiese querido hacer, pero ella leía grandes obras literarias, sin embargo, después yo quería que tuviera interés políticos y no tiene intereses políticos y entonces ¿qué es lo que hace uno? Pues respetar lo que los hijos desean, lo que los hijos hacen”.