El periodismo riguroso es una obligación ética frente a la violencia en Sinaloa: Adrián López Ortiz

El director general de Noroeste subraya que documentar los hechos con rigor, aportar contexto y preservar la memoria colectiva es una responsabilidad ética irrenunciable del periodismo en la entidad y el País
21/12/2025 04:00

MAZATLÁN._ En contextos donde la violencia amenaza con normalizarse y el silencio parece una salida cómoda, el periodismo riguroso se sostiene como una obligación ética irrenunciable, planteó el director general de Noroeste, Adrián López Ortiz.

Documentar lo que ocurre, ofrecer contexto y dejar constancia para el futuro son las tareas que continúan realizando periodistas en Sinaloa, labor que adquiere valor esencial para la memoria colectiva y la exigencia social, dijo.

López Ortiz reflexionó sobre el papel que desempeña la prensa en Sinaloa y México, donde ejercer el periodismo implica enfrentar riesgos reales, asumir costos personales y sostener en la adversidad el compromiso con la verdad.

Expuso que el primer deber del periodismo es el registrar de manera fiel los hechos, ya que el contar lo que ocurre no es un ejercicio repetitivo ni carente de sensibilidad, sino una obligación fundamental para que la sociedad conozca su propia realidad.

“La primera obligación del periodismo es el registro de lo que pasa, donde mientras más riguroso y más preciso sea ese ejercicio, mejor cumplimos ese primer rol”, comentó.

“Porque el periodismo tiene la capacidad de brindar contexto, pero también debe intentar brindar sentido”.

Según lo señalado por López Ortiz, en escenarios donde la violencia se vuelve cotidiana, el riesgo no es solo el peligro físico, sino también la normalización del horror, por lo que frente a ello, el periodismo riguroso funciona como un contrapeso que impide que la tragedia se diluya en la indiferencia.

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En este sentido, destacó la importancia de que Sinaloa no haya caído en el silencio informativo a pesar de vivir una de la etapas más violentas de su historia reciente, pues la entidad cuenta con periodistas y medios que continúan informando desde el territorio, acudiendo a los lugares donde ocurren los hechos y documentando lo que sucede.

Asimismo, señaló que dicha persistencia es una muestra de la fortaleza del periodismo local y de su vocación social, aún cuando no siempre existen condiciones de seguridad ni garantías plenas para ejercer la labor informativa.

“Estamos viviendo una de las guerras más violentas que he vivido en Sinaloa en su historia. Aunque no tenemos un conflicto armado formal, los números de homicidios y de desapariciones muestran que vivimos guerras en diferentes territorios, en diferentes lógicas”, señaló.

“Habrá que pensar cómo vamos a ver esta guerra dentro de los próximos 30 años si tenemos la fortuna de estar aquí”, añadió.

El director de Noroeste reconoció que esta labor tiene un costo elevado, desde amenazas, agresiones, ataques directos, demandas y distintos mecanismos de presión, que forman parte de la experiencia cotidiana de muchos periodistas en Sinaloa y otras regiones del País.

A esto, se suma un contexto nacional en el que México es considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, con altos niveles de impunidad en los crímenes cometidos contra la prensa.

“Lo hemos vivido todos, en Noroeste lo hemos pagado, hemos recibido ataques, amenazas, demandas de todo, igual que otros medios también. El periodismo no está exento de esto, y en su lógica de contar y de seguir contando pues paga los precios”, declaró.

“La evidencia señala que prácticamente en México se viene matando desde la época de Peña Nieto a un periodista cada mes en México. Asesinatos que además tienen el 98 o 99 por ciento de impunidad, o sea, absoluta”.

López Ortiz enfatizó que el periodismo tiene la responsabilidad de aportar contexto y construir sentido, pues informar qué ocurre apenas es el primer nivel; explicar por qué sucede, cuáles son las dinámicas que lo provocan y qué costos humanos y sociales está dejando la violencia, es una tarea más compleja, pero igualmente necesaria.

En escenarios que especialistas han calificado como crisis humanitaria, el periodismo enfrenta el desafío de ofrecer una mirada que ayude a comprender la profundidad del problema, aun cuando el cansancio social y el desgaste emocional también alcancen a quienes informan.

Por tal motivo, consideró que esta labor adquiere especial relevancia cuando se piensa a largo plazo, donde el registro sistemático y riguroso de los hechos permita que dentro de décadas exista una memoria documentada de lo que ocurrió, cómo se vivió la violencia y cuáles fueron sus impactos.

Sin ese trabajo, advirtió, el riesgo es que la historia se cuente de manera incompleta, distorsionada o desde narrativas oficiales que minimicen la gravedad de los hechos.

Es por eso que López Ortiz considera que en este contexto, el reconocimiento al trabajo periodístico cobra un significado especial, sobre todo de quienes hacen esta labor en condiciones adversas y, sobre todo, a las víctimas cuya historia se siguen contando, pues informar sobre el dolor ajeno implica una carga ética y emocional que pocas veces se visibiliza, pero que forma parte esencial del oficio.

“Cubrir todo esto duele y cuesta, y además tiene un precio. Yo tengo la fortuna de opinar, pero en realidad el trabajo lo hacen los periodistas. Sinaloa tiene la fortuna de tener grandes periodistas, grandes medios, donde no somos una zona de silencio pese a la coyuntura de la guerra. Seguimos contando, seguimos yendo al territorio”, agregó.

Finalmente, López Ortiz sostuvo que mientras el periodismo pueda seguir diciendo lo que ocurre, existirá la posibilidad de denunciar, presionar y exigir cambios y aunque los resultados no siempre sean inmediatos ni evidentes, la persistencia del periodismo riguroso mantiene abierta la conversación pública y preserva la memoria social, donde informar es una forma de resistencia cívica y un compromiso con las generaciones venideras.