"¿Fracasará El Sistema Nacional Anticorrupción (SNA)?"

"El SNA pretende controlar a la corrupción a través de múltiples mecanismos que por anomia disfuncional no se articularán en un sistema sin fronteras que no garantiza integralidad y resultados. La clase política se protegió dejando el fuero. No incorporó la obligatoriedad de hacer públicas las declaraciones patrimoniales y las de interés de los servidores públicos. Falta una ley de protección a denunciantes de casos de corrupción que complemente las existentes"
04/09/2017

José Gaxiola López(*)

La corrupción parece imbatible en la política y en la gestión pública mexicana. Su práctica recorre todas las escaleras y serpientes de la estructura del Estado. Y por todo el territorio nacional. A todo nivel se toleran corrupción e impunidad, invadiendo al Estado. En esa compra adelantada de las decisiones del gobierno, la iniciativa privada participa activamente por las rutas de la Norma y las cañerías del Poder. El interés público se sustituye por el privado, se erosiona la democracia, se niega la igualdad, se fomenta la impunidad y desde luego la violencia. Es la descomposición cultural de la Política, de su lógica, circunscripción y valor.

Para muchos es un mal endémico, para otros es sistémico y en no pocos es estructural. Es énfasis del poder en el gobierno, gestor de complicidad que retroalimenta y estabiliza funcionalmente la corrupción en las instituciones. Un proceso tipo bancario donde se guardan, invierten y prestan lealtades, favores e intereses. Se registran deudas y pagos en un entramado simbólico-social arropado por un aparato jurídico que protege a corrompidos y a corruptores, a controlados y a controladores. Un conjunto de actos y actores adrede “normalizados”. Una corrupción “Gestiministrada”. Se gesta, se reproduce y se administra.

De ese proceso se elige y se otorga autoridad a la gente en el poder. No acepta a los mejores, ni hay manera de limpiar a los peores. La clase política ha sido incapaz de reformarse, convencida que debe transitar impune de un cargo a otro. La forma infecta que los encumbra crea a su alrededor un roído gremio. No ha habido una purga, salvo casos de revancha política. Una práctica política de un círculo vicioso corruptor en una democracia defectuosa. Con políticos que a cambio de dispensas reciben todo tipo de apoyos. Su reelección permitirá una corrupción prorrogada en un contexto enturbiado por la impunidad. Esa ventaja será el mejor aliado de la perversidad. ¡Y contarán con fuero!

Los males de México hacen fracasar las ideas de Locke, Montesquieu y Hobbes. Los ciudadanos no tenemos garantía un control eficaz entre los poderes. La impunidad muestra lo inútil del poder judicial. Y el Legislativo hace lo imposible para no fiscalizar el poder político. Dudamos del Estado de derecho por tanta discrecionalidad en el Ejecutivo. Una descomposición del Poder donde fiabilidad y confianza se perdieron por una CORROSIÓN institucional. La corrupción es individual.

Enfrentar a la corrupción es topar con el control del poder político. De ahí lo difícil de combatirla. El Control es una de las caras del poder; la dominación, la fuerza y la influencia son las otras. El control parecería una forma de negación del poder causando escozor a los políticos que se le oponen. Pero su objeto es la defensa de las libertades y los intereses de los gobernados, así como la legitimidad y efectividad institucional. La Constitución, madre de las normas y del ejercicio del poder, depende su eficiencia de que las obligaciones de ella derivadas sean observadas lo que converge en el Control. En México, la Constitución ya no controla el ejercicio del poder. El derecho mexicano y el sistema jurídico por él producido, no responden al presente. Varios intelectuales pugnan por una nueva Constitución, por una nueva República, por un nuevo Estado de derecho.

La capacidad de los políticos para influenciar el ejercicio de poder fuera de las reglas, sino en acuerdos aleatorios y simbólicos, está fuera de control. La Constitución no asigna influencias. Y los instrumentos para controlar el Poder no operan como reglas de derecho sino como prácticas políticas. El Poder informal y/o el paralelo, almácigos de la corrupción, andan desbocados por la resistencia a legislar sobre aparejos que la controlen, incluso en los que garanticen la legitimidad del proceso político. De manera que el control se ha practicado a favor del Poder. Los instrumentos de control del Poder político son la parte débil de la Constitución. Esa anemia deliberada facilita la fuga del infractor, la gestión corrupta, un poder canalla. Explica por qué los partidos quieren cooptar a las instituciones ciudadanas e independientes. Buscando una suerte de impunidad con controles por ellos atenuados y mediados. Incluso en la alternancia política, hubo mutuas consideraciones a los partidos, indulgencias para encumbrados y prudencia a los desplazados. Reciclando funcionarios. Los panistas protegieron a priistas y viceversa. La cosecha de corruptos nunca se acaba.

Es poco posible que un poder corrompido se autocontrole. En 35 años el control interno no sirvió. La fiscalización de la gran corrupción, con los pelos de la burra en la mano, salió por la puerta giratoria del Poder. Es tiempo del control externo por instituciones ajenas al gobierno. Los organismos internacionales son partidarios de un control por agentes independientes, tribunales de cuentas, fiscalías y auditorías externas que garanticen; imparcialidad; independencia (intelectual, política y económica), por estar fuera del ámbito de los poderes establecidos.

El SNA pretende controlar a la corrupción a través de múltiples mecanismos que por anomia disfuncional no se articularán en un sistema sin fronteras que no garantiza integralidad y resultados. La clase política se protegió dejando el fuero. No incorporó la obligatoriedad de hacer públicas las declaraciones patrimoniales y las de interés de los servidores públicos. Falta una ley de protección a denunciantes de casos de corrupción que complemente las existentes. No hay mecanismos para recuperar las fortunas acumuladas a la sombra del poder público. Queda fuera el carácter retroactivo para los corruptos de por lo menos en los últimos 30 años. Habrá borrón y olvido para ellos. Lo caido, caido. No hay instrumentos para la reparación del daño al erario y/o al ciudadano.

El Poder Legislativo y el Judicial seguirán gozando de opacidad. Va a operar dentro de un poder político intocable. Víctima de una democracia “capturada”. El SNA tendrá más controles partidistas que constitucionales porque los nombramientos de sus funcionarios intervendrá el Senado, la Presidencia y los Diputados. Un esquema que privilegia la negociación de cuotas partidistas en instituciones de presunta autonomía.

Una maraña burocrática de controles diagonales, verticales y horizontales, en situación no tipificada de decisiones estratégicas y tácticas. Será difícil enlazarlos fuera de las teorías del poder, del control y de las decisiones. Domina la teoría burocrática. Esta diversidad teórica será dificultad práctica que abrirá la oportunidad a la injerencia política en más de alguno de los tramos de control, estorbando la articulación entre ellos, sobre todo al final de la cadena en la función sancionatoria. Su carácter nacional topará con la voluntad de los políticos regionales para conformar los sistemas estatales anticorrupción. Que será más complejo que arrear una manada de güicos por el Ceboruco. Si a lo anterior le agregamos la falta de recursos en un ambiente de autocensura y Corrosión Institucional. Es probable que el combate a la corrupción sea inocuo; una estrategia fallida por inefectividad de diseño. Incluso el SNA puede por sí mismo convertirse en un ente corrupto.

Necesitamos una entidad internacional que complemente el trabajo del SNA, en particular para fiscalizar a la alta corrupción. Las recomendaciones internacionales abonan en esta necesidad para dar legitimidad a los gobiernos, evaluar su credibilidad y a sus funcionarios públicos. México ha firmado convenciones internacionales al respecto. Aceptemos un organismo internacional contra la corrupción, ante un fenómeno ligado a la globalización, que evite la erosión de la legitimidad y, otras formas degenerativas de gobiernos vinculados con los poderes fácticos que nos tienen en total indefensión, corroídos hasta los huesos. Fortaleciendo de paso nuestra soberanía, para que EU deje de fiscalizarnos. De no hacerse, la Madrota Impunidad y sus hijas la violencia y la corrupción seguirán regenteando el burdel.

(*) Miembro del El Colegio de Sinaloa

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