Martha Gabriela, una mujer de altos vuelos que pilotea un helicóptero en Mazatlán
MAZATLÁN._ En todo México hay menos de 10 mujeres que saben pilotear helicópteros, Martha Gabriela González López de Nava es una de ellas y vive en Mazatlán.
Al arribar al aeropuerto de Mazatlán para llenar combustible para su aeronave, va acompañada de tres periodistas de Noroeste, y a pesar de que ella tiene las manos en el timón de dirección, una gorra y lentes de aviación, un elemento del Ejército pregunta a un fotoperiodista, que trae su cámara pegada al pecho, si es el piloto... ella sonríe con los demás comunicadores mostrando cómo a pesar de que maneja estas unidades desde hace más de ocho años, no ha logrado que la identifiquen como piloto, solo por ser mujer.
Dos horas antes de recargar gasolina para surcar los aires en su aeronave de ala rotatoria, Martha da una entrevista para Noroeste. Está un poco adolorida de una lesión en el pie, pero está muy animada en charlar, todo con el fin de dar a conocer su historia y motivar a más mujeres a aprender lo que ella hace, pero sobre todo, que luchen por lo que deseen.
Ella vivió su infancia y adolescencia en la Ciudad de México, su casa estaba cerca del Aeropuerto de la capital del País, todos los días veía cómo las aeronaves sobrevolaban su casa, y desde ahí solo tuvo una idea en la cabeza: ser piloto de avión.
Pero el camino no iba a ser fácil para Martha, habló con su padre, quien le dijo que no la apoyaría en cumplir su sueño y la obligó a estudiar contabilidad.
“Recuerdo que acostumbraba a subir a la azotea de mi casa para ver los aviones pasar, cuando terminé la preparatoria quise continuar estudiando y fui por información a las escuelas de aviación cercanas al aeropuerto de la CDMX, porque quería hacerme piloto de ala fija (avión), me di cuenta que la carrera es muy cara, y al comentarle a mi papá me dijo que no me apoyaría porque se salía de su presupuesto, (sé que si hubiera querido, sí hubiera podido apoyarme, pero influyó mucho que nadie de la familia era piloto, ni estaba en el medio tampoco, además de ser mujer, y él ya había tomado la decisión de que estudiara contabilidad”, dice.
- ¿Un tema de machismo cree que hizo que su papá no la apoyara mejor?“
- Tal vez sí, pudiera ser eso. Él decidió que yo estudiara contabilidad, no la terminé, porque yo lo conocí a él (su esposo), se estaba haciendo mecánico de helicópteros, él es ingeniero maquinista naval, y lo escogieron en Pesca Azteca para irse a México de mecánico de helicóptero.
Martha dice que conoció a su esposo por casualidad en la CDMX, él andaba por allá tomando un curso para mecánico de helicóptero y ella tenía 17 años de edad aproximadamente.
Carlos, su esposo, fue el que la adentró en el mundo del pilotaje de helicópteros apenas a sus 18 años, él era mecánico y se especializaba en estas aeronaves.
Ella se pegó mucho a él, y decidió dejar su carrera de contabilidad para seguir aprendiendo, para cumplir su sueño, se casó con él y lo apoyó en todo momento.
Ambos acordaron algo, en lugar de comprar una casa o hacer una boda de ensueño, lo que harían sería ahorrar para que Carlos pudiera ser piloto y así mejorar su calidad de vida.
Martha lo apoyó y poco a poco ella también fue aprendiendo.
“Cuando a él lo mandaban a Estados Unidos, pues yo me le pegaba, iba con él, no me dejaban entrar a las fábricas, pero había un señor que trabajaba en Pesca Azteca, y era amigo de nosotros, entonces en el taller, yo me metía también, porque es privado, es de él, pero en las escuelas no me dejaban definitivamente, ahí no podía yo”, menciona.
“Yo empecé a ahorrar y en lugar de comprar una casa, decidimos que él iba a ser piloto, entonces todo ese dinero lo metimos para su carrera, con la condición de que cuando él terminara, me enseñara a mí, así quedamos”.
- ¿Cuánto salió la carrera de piloto de su esposo?
- No me acuerdo bien, pero en ese tiempo él pagaba con trabajo, con lo de mecánico y lo demás con dinero, me fui con él, yo le ayudé también trabajando en una pizzería, el dinero que se ganaba era para mantenernos mientras él terminaba la carrera, y aparte lo poquito que sobraba para ahorrar y pagar la carrera, la de piloto.
- ¿Sí le sudaron, costó mucho trabajo?
- Sí, definitivamente.
Cuando su esposo logró obtener su licencia de aviación, ella poco a poco se involucró en la aviación, pero sobre todo siguió ahorrando, Martha quería desesperadamente cumplir su sueño, volar, era lo que la motivaba e hizo lo más que pudo para hacerlo.
Ellos poco a poco se fueron involucrando en el ambiente de la aviación desde 1995 a la fecha, la aviación es su profesión, es su mundo, es su pasión.
“Nunca perdí la esperanza de que en algún momento iba a hacerlo, de convertirme en piloto de helicóptero”, platica.
“Hice muchas cosas, me metí a Inbursa, a vender seguros, estuve en Century también para vender en lo inmobiliario, me hice comerciante, trataba de ganar dinero de donde podía, traía oro para vender, mi mamá se dedicaba a vender perfumes y también vendía perfumes, fue muy difícil, pero logré el objetivo, y el que me preparó fue Carlos, el que me hizo piloto”.
Martha cuenta que para obtener la licencia, tienes qué lograr al menos 41 horas de vuelo, todas en clases, cada una cuesta 500 dólares, más la teoría, tenía un costo de más de 500 mil pesos, sin embargo, todo terminó valiendo la pena, pues en 2014 logró obtener su licencia como piloto privado, y en 2017 como piloto comercial.
Ella recuerda sus primeros trabajos, pero sobre todo, lo que más rememora son esos paisajes, cómo se ve todo desde el cielo, cumplió un sueño, y es de las pocas que lo han logrado, dado que son menos de 10 mujeres que saben pilotear una aeronave de ala rotativa, y ella es la única de Sinaloa que puede hacerlo.
“No estoy segura de cuántas mujeres pilotos de helicóptero somos a nivel República Mexicana, pero menos de 10 sí somos. En Sinaloa no hay, de helicóptero no hay, soy yo la única piloto comercial de helicóptero, me hace sentir bien, pero creo que las mujeres, al igual que los hombres, podemos hacer la carrera, solamente es cuestión de decisión, perseverancia y preparación”, precisa.
Tal y como lo comprobaron los periodistas horas después, nadie cree que ella es la piloto, aunque vaya vestida como uno, aunque tenga años acudiendo a rellenar combustible al aeropuerto, siempre piensan que su acompañante es el piloto.“
- ¿Es mucha la sorpresa de que una mujer esté piloteando un helicóptero?
- Sí, yo como ya estoy muy familiarizada con todo esto, a veces no alcanzo a dimensionar lo que se ha hecho en el tiempo que tengo viviendo, lo que he pasado.
Hoy en día tiene dos hijos y sigue casada, ha viajado por todo el sur del País y ha traído helicópteros desde Estados Unidos para venderlos, cuenta ya con más de mil horas de vuelo, algo que apenas soñó.
Como maestra está feliz de que por fin tuvo una alumna a la que le enseñan a pilotear estas aeronaves, pero acepta que aún falta mucho, pero desea que dentro de poco sea más normal ver a una mujer piloto de helicóptero.
“Yo quiero invitar a las mujeres en general a que se animen a hacer la carrera, pero creo firmemente que solo es cosa de que les guste, y pues de prepararse, perseverar y de tener temple en las alturas”, reitera.
“Siento que ven que es algo imposible, o no sé cómo se pudiera usar la palabra, no lo cuentan como una posibilidad, no sé por qué, pero yo me puse muy contenta con la muchacha que está ahorita (una mujer estudiante), yo tengo muchas esperanzas, estoy muy contenta porque ella está ahí”.
Y tras alrededor de media hora de sobrevuelo por Mazatlán, Martha aterriza en su base.