Piñatas: ¿cuál es su historia y cómo se hacen?
Entre tantas tradiciones que hay en México, una de las más reconocidas por el mundo es la piñata, un elemento típico en los cumpleaños, pero sobre todo en las fiestas decembrinas, como son las posadas.

Según algunos historiadores, las piñatas llegaron al país gracias a los colonizadores para ayudar a evangelizar a sus pobladores por medio de las posadas, aunque los indígenas de aquel tiempo ya realizaban fiestas parecidas, donde quebraron ollas de barro para festejar la llegada de su dios Huitzilopotchtli.
Por tal motivo, este símbolo en sustitución se introdujo de manera fácil a las culturas mexicanas, así que la Iglesia católica comenzó a agregar colores que se dicen representan las vanidades del mundo y los picos de la estrella de Belem que sugieren que son los siete pecados capitales.

A su interior se agregaban frutos de temporada, como tejocote, jícama, lima, caña de azúcar, mandarina y cacahuates que simbolizan las riquezas del reino de los cielos por vencer el pecado: Las frutas se cambiaron a dulces y hoy aún representan momentos de gran emoción para quienes los recogen cuando caen al suelo.
La elaboración de las piñatas también cambió, pues de realizarse con barro y harina, ahora se hacen con cartón y papel periódico.
La señora Socorro, quien realiza piñatas desde hace 47 años, explicó que a los materiales de elaboración se agrega el engrudo, el papel china y un globo, el cual se infla para que adquiera la forma de un circulo, y con cartón se hace la forma de los picos de la estrella.

“Hacemos la pelotita, y se empapela bien, la cual tiene periódico y tiene cartón y se le deja un hoyo grande para que le metan los dulces, y hay que esperar que se sequen y ya las vestimos con papel de diferentes colores”, detalló.
“Se tienen que pedir con ocho días de anticipación para podérselas entregar, porque se necesita que estén bien secas, porque a veces ya vez que en hay navidades que llueve o se nubla y se ocupa mucho el sol para que no se les caigan las piezas y estén bien para los garrotazos”.

Dedicarse por tantos años a este oficio ha hecho que la señora Socorro tenga que actualizarse e innovar, pues en estas fechas también le piden botas, figuras de Santa, Grinchs, renos, pinos, tambores y monos de nieve, además de la típica estrella.
“Sí tiene su chistecito hacerlas, pero aquí estamos, a mí me gusta porque haces feliz a niños, a personas jóvenes, de la tercera edad, quienes se llevan sus piñatas y se desestrezan, como dicen”, manifestó.

Ella está agradecida con su esposo, quien era artesano y con él realizaba figurillas de yeso, hasta que los dos emprendieron el negocio de las piñatas.
“Yo hacía las piñatas con él, pero él ya falleció y ahora me ayudan mis hijas, mi hermano, y traía tres personas a ayudarme en estas fechas, pero por la pandemia ahorita no estoy trayendo a otras gentes”.

En estas fechas, las ventas de su negocio se incrementan en gran medida, por ello sabe que la tradición de las piñatas sigue más viva que nunca.