Se va un pilar de Noroeste: fallece Ramón Alberto Monzón Carrasco

Con gran disciplina administrativa y carácter, llevó las riendas financieras de esta casa editorial por más de tres décadas; además de dejar un grato recuerdo en quienes compartieron labores con él en esas etapas
07/09/2021 04:00

“¿Tanto?”, era la frase que lo caracterizó por muchos años, dicha con un acento que nunca perdió, porque nunca se desprendió de sus raíces: venía de Dimas, San Ignacio, a pesar de que desde hace muchos ayeres vivía en Mazatlán.

Es Ramón Alberto Monzón Carrasco, un pilar de Noroeste, el esposo de Zorina Torres y padre de Érika, Karla, Selene y Paola, todas crecidas en los pasillos de todas las sucursales que ha tenido esta casa editorial en Mazatlán, y dos de ellas con sus pininos laborales aquí mismo.

El lunes 6 de septiembre, tras una larga lucha en contra del linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que ataca el sistema linfático, el señor Monzón, como era conocido, murió. Había cumplido 69 años de edad el pasado 11 de julio.

Desde su oficina de la Gerencia de Administración controlaba los números de Noroeste, a pesar de su alto rango, cualquiera de los empleados podía llegar hacia él.

“¿Tanto?”, cuestionaba a los reporteros que se acercaban a que les firmara los viáticos, al jefe de Almacén, a cualquiera que requiriera de recursos.

Pero siempre firmaba las solicitudes, sabía que el dinero era necesario para que la maquinaria estuviera aceitada y caminando.

Un gran administrador: Eloísa Morales

Para Eloísa Morales, quien fue secretaria del señor Monzón por cuatro años, de 1989 a 1993, él fue uno de los mejores administradores que ha tenido la empresa, siempre buscaba solución a los problemas, incluso buscaba la mejor manera de cobrar a los deudores hasta que conseguía el pago.

“Me enseñó a ser disciplinada en el trabajo, con su ejemplo, era una persona justa, un gran ejemplo, nunca faltaba a sus labores incluso cuando le detectaron el cáncer regresó a trabajar tras su operación, creía que podía hacerlo, pero luego empeoró y dejó la empresa cuando tenía el puesto de Gerente Administrativo Corporativo”, cuenta Eloísa Morales.

Recuerda que hace dos meses, el señor Monzón se asomó por la puerta de la recepción de Noroeste. Traía una bolsa de fruta que compró en la esquina, había dejado su automóvil con el mecánico que le dijo que lo tendría listo en 15 minutos, y para hacer tiempo, pidió permiso para entrar a Noroeste.

“Habló de todos los accionistas que están en las fotografías de la recepción, se acordó de anécdotas de todos, del ingeniero Manuel Clouthier, de don Silvino Silva, de Rafael Morgan, de todos, y luego pasó a la prensa, habló con Adán Valdovines hijo, pasó a la nueva prensa y preguntó si ya estaban haciendo maquilas en ella, recorrió su vieja casa, habló de lo feliz que fue en Noroeste”, expresa Eloísa.

“Le pregunté por su fruta y me dijo que ya no podía comer bien, que solo cosas ligeras porque no digería, entonces me quebré y empecé a llorar, lloramos juntos, me confesó que se sentía muy cansado”.

Para Eloísa, la visita del señor Monzón fue una despedida a la casa a la que llegó en 1983, cuando Noroeste era un sueño, un sueño que con su esfuerzo y el de muchos más se consolidó hasta construir un moderno edificio que albergaba a lo mejor del periodismo en Sinaloa.

Dos de sus hijas, viven en Estados Unidos, y buscaron allá alternativas de tratamiento para combatir la enfermedad, pero el avanzado estado de la enfermedad no lo permitió.

Un beisbolista y amigo de corazón

Raymundo Tolosa convivió con el señor Monzón dentro y fuera de la empresa, porque compartían dos cosas: eran del mismo pueblo y amaban el beisbol.

Mientras el señor Monzón llegó a Noroeste el 1 de julio de 1983, Raymundo lo hizo tres años después, en 1986, y el gerente administrativo lo apoyó desde el primer momento, tanto, que terminaron siendo amigos.

“Monzón amaba el beisbol, le gustaba jugarlo y verlo, yo lo acompañaba a las ligas en las que participaba, sobre todo en la Liga Periodista, en la que Noroeste tenía un equipo que se enfrentaba a los que tenían las radiodifusoras, los otros periódicos y la televisora, a veces ganaban, a veces perdían, pero siempre estaba contento de jugar”, comenta.

Recorrían juntos los campos del Muralla, del Chololos y el Ferrocarrilero, cuenta Raymundo, él como apoyo porque no jugaba.

Y cuando había partidos de Grandes Ligas de los equipos que les gustaban, se reunían con otros amigos, entre ellos Modesto López, también fallecido, Bernardo Vázquez, y otros compañeros del periódico que no recuerda, se iban al lobby de algún hotel para ver el juego mientras se tomaban unas copas.

La otra afición de Ramón Alberto Monzón Carrasco eran los mariscos y la birria, sobre todo los que podía comer a la orilla de la playa en su natal Dimas. Y fue un gusto que una de sus hijas y su inseparable esposa Zorina le concedieron antes de morir.

Un carácter fuerte

Eloísa recuerda una anécdota que le enseñó mucho del carácter de Ramón Alberto Monzón Carrasco.

Eran los tiempos en los que PIPSA, Productora e Importadora de Papel, controlaba a los medios escritos a los que les vendía el papel de manera restringida.

Nacieron algunos periódicos pequeños, como El Sinaloense, que siempre estaban urgidos de papel, entonces uno de los hijos del dueño, José Rojo, se acercó a Noroeste a pedir que le prestaran, pero en las bodegas había justo para cinco días, cuando les resurtirían.

“El señor Monzón le dijo que no le podía prestar porque entonces Noroeste se quedaría sin papel, el muchacho se fue muy contrariado y al rato regresó con hombres armados a amenazarlo, ni así se amedrentó el señor Monzón, no le entregó nada de papel. Cuando se enteró el señor Rojo vino a ofrecer una disculpa a nombre de su hijo”, recuerda.

Con más de 30 años activo en Noroeste, se jubiló el 1 de agosto de 2013, cuando la enfermedad no le permitió seguir trabajando, sin embargo, el señor Monzón dejó su huella en esta Casa Editorial.

Fue factor de éxito: López Ortiz

Adrián López Ortiz, director general de Noroeste, evoca la etapa que le tocó vivir junto a Ramón Alberto Monzón Carrasco, entonces gerente de Administración en esta casa editorial.

“Conocí a Monzón, como le decían muchos en el periódico, cuando llegué a Mazatlán en 2008. Era el gerente de Administración y uno de los hombres de confianza en el grupo”, recuerda Adrián López Ortiz.

El director general detalla las peculiares actitudes y métodos que caracterizaban a Monzón, tanto en su vida personal como en su labor profesional de llevar las cuentas de esta empresa.

“Impecable siempre. Amable con todos y bueno para cobrar como ninguno. Llevaba en la bolsa de la camisa una pequeña calculadora a la que ya no se le veían los números de tan usada y que sacaba a la menor provocación. Lo mismo a la hora de los reportes gerenciales que a la hora de pagar una cuenta compartida en un restaurante”, señaló.

Rememora la fecha de su retiro del periódico y el respeto con que aún se le recuerda, además de la desazón que embarga a todos quienes le conocieron en esta empresa editorial.

“Se retiró de Noroeste después de más de 30 años de trayectoria, con el respeto y el reconocimiento de todos los que lo conocimos y apreciamos. Fue, sin duda, uno de los pilares fundamentales del éxito del periódico en este puerto y por ello le estaremos siempre agradecidos, al igual que con su familia. Descanse en paz”, concluyó López Ortiz.

SEMBLANZA

Ramón Alberto Monzón Carrasco

* Nació el 11 de julio de 1952.

* Se incorporó a Noroeste el 1 de julio de 1983.

* Inició como asesor financiero.

* Posteriormente asumió como administrador de Noroeste

* Sus últimos años de labor, fue director Administrativo

* Se jubiló de sus labores el 1 de agosto de 2013.