Si perdemos la lucha ambiental, ninguna otra lucha tendrá sentido, alerta MazConciencia
Sofia Trejo Lemus, directora del colectivo MazConciencia reflexionó durante las maniobras de la titánica tarea de sacar más de 80 toneladas de basura de la biobarda del puente Juárez durante la temporada de lluvia 2025, se vienen a la mente muchas cosas y sentimientos encontrados.
Con la implementación de las biobardas, contenedores para colillas de cigarro y jornadas de limpieza en manglares y playas, MazConciencia realiza acciones concretas en Mazatlán que evitan que toda esa basura llegue a los océanos y eso nos llena de satisfacción, sin embargo, la pregunta obligada siempre es ¿Cuántas toneladas de basura serán esta vez?
Ahí es donde nos damos cuenta de que la cantidad de basura no disminuye, que es la misma o que incluso que aumenta día con día, siendo el plástico un residuo recurrente y que cada en cada lluvia se vierten a los océanos miles de toneladas afectando los ecosistemas marinos y a las especies que los habitan.
Los océanos son vitales para sostener la vida en el planeta tal y como la conocemos y su degradación contribuye a acelerar el cambio climático.
Y es que el cambio climático y el calentamiento global no son amenazas futuras: están aquí y estamos enfrentando sus impactos a corto, mediano y largo plazo. Olas de calor extremo, sequías prolongadas, huracanes más intensos, inundaciones inusuales y la pérdida acelerada de biodiversidad son señales claras de una emergencia ambiental en curso.
Las noticias no son alentadoras:
-Se ha perdido más del 60 por ciento de la biomasa marina en las últimas décadas, lo que afecta directamente la pesca y la seguridad alimentaria global.
-Cada año, el mundo pierde más de 10 millones de hectáreas de bosque, según la FAO.
-La tasa de extinción de especies es al menos 100 veces más alta que de manera natural, impulsada por la destrucción de hábitats, la contaminación y el cambio climático.
-También perdemos tiempo, esperando a que alguien más venga a resolver nuestros problemas.
Pese a la evidencia que día con día se presenta, la acción real de muchas autoridades sigue siendo superficial. Se pronuncian discursos, se firman compromisos, pero en la práctica las políticas se diluyen, se postergan o incluso se revierten.
Un ejemplo claro es la reducción de plásticos de un solo uso, una de las medidas más urgentes de implementar que no solo no avanza, sino que en muchos lugares retrocede.
Cada año se producen más de 300 millones de toneladas de plástico a nivel global, según datos de la ONU. De esta cifra, aproximadamente el 50 por ciento se utiliza para productos de un solo uso, como botellas y envases, que a menudo terminan en vertederos y en los océanos.
Lo más absurdo por ejemplo sucede en la fabricación de una botella de plástico que puede requerir hasta tres veces más agua del agua que va a contener. Esto no es sostenible, ya no basta con preocuparse, hay que ocuparse, desde lo personal a lo comunitario, desde las comunidades hasta lo global.
¿Pero que dice la legislación en México?
El 28 de junio de 1999, se decretó en el artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar”.
Más tarde, el 8 de febrero de 2012 se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se reformó al artículo 4º constitucional, párrafo 5, el cual establece que: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley.”
De acuerdo con la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente encontramos que dentro de su artículo 3, fracción I nos define el término “ambiente” como: “El conjunto de elementos naturales y artificiales o inducidos por el hombre que hacen posible la existencia y desarrollo de los seres humanos y demás organismos vivos que interactúan en un espacio y tiempo determinados”... suena hermoso ¿no es así?
El medio ambiente, como elemento indispensable para la conservación de la especie humana, tiene un carácter colectivo y por lo tanto, se trata de un bien público cuyo disfrute o daños no sólo afectan a una persona, sino a la comunidad en general.
Y en Sinaloa ¿Cómo vamos?
El 20 de julio de 2020 entraron en vigor reformas estatales a la Ley de Residuos y la Ley Ambiental, prohibiendo gradualmente popotes y bolsas de plástico para traslado de mercancías, entre otros artículos de un solo uso.
Las fases posteriores incluyeron vajillas, envases de unicel (2021) y una obligación para que a partir de enero de 2025 los envases de bebidas contengan al menos 25 por ciento de plástico reciclado, y enero de 2028 con al menos 30 por ciento.
Entradas en vigor por etapas
Julio 2020: popotes y bolsas para mercancías.
Febrero 2021: artículos de un solo uso como platos, cubiertos, vasos.
Octubre 2021: bolsas para cubrir platos.
Agosto 2021: prohibición de unicel en construcción y embalaje.
Enero 2025 y 2028: requisitos para envases con material reciclado
Situación actual
La ley existe, pero no se aplica de forma rigurosa. Restaurantes, tiendas y supermercados aún entregan bolsas y popotes plásticos no biodegradables sin sanciones reales.
Los ayuntamientos no han actualizado sus reglamentos municipales ni ejercen facultades de verificación ni sanción.
Ajustes y prórrogas legislativas
En diciembre de 2024, el Congreso local aprobó una prórroga hasta enero de 2027 para la prohibición de envases de bebidas sin porcentaje mínimo de plástico reciclado, debido a presiones de la industria.
Conclusión: es importante reconocer en el caso de la ley de plásticos que:
El marco legal ya prohíbe los artículos mencionados desde 2020 en Sinaloa.
La implementación falla debido a la falta de reglamentos municipales, acciones de vigilancia y sanciones.
Se han otorgado plazos modificados o prorrogados, particularmente para envases de bebidas reciclados.
El llamado sigue siendo a que autoridades locales comiencen a aplicar la ley y a que la ciudadanía presione para que no se siga ignorando el mandato.
Porque el medio ambiente sano no sólo implica un derecho que trae consigo la posibilidad de desarrollar una vida digna en la que todo el conjunto de derechos humanos esté plenamente garantizado; el cuidado del ambiente es una responsabilidad compartida, que requiere el involucramiento y apoyo de la ciudadanía. Sólo participando activamente podemos hacer que se nos garantice ese derecho.
Es urgente pasar del discurso a la acción colectiva, necesitamos exigir, pero también necesitamos actuar, reducir nuestro consumo, apoyar proyectos sustentables, restaurar ecosistemas y principalmente participar activamente en la defensa del planeta y reflexionar en cómo nuestras actividades cotidianas afectan nuestro entorno y hacernos responsables de ello.
El futuro nos alcanzó, el calentamiento global está aquí, con toda su fuerza y efectos catastróficos, pero aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo, “juntos podemos crear el cambio que el planeta necesita”.
MazConciencia es un colectivo ciudadano a quienes les une el amor por los océanos, sus cinco integrantes saben que no pueden solucionar todo lo que aqueja al planeta, lo que si saben es que, mediante sus iniciativas pueden hacer visible la problemática ambiental de Mazatlán y fomentar la conciencia ambiental de al menos la población de la ciudad.