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Entrevista

‘Yo siempre quise ser universitario’: Jesús Madueña Molina

A lomo de caballo, caminando durante días, labrando el campo, bajando de la sierra a la ciudad de Culiacán, el ahora Rector de la UAS recuerda el camino de su infancia para llegar a una escuela

PRIMERA DE DOS PARTES

En invierno hace frío en la sierra y en verano la radiación solar quema, pero sobre todo hace hambre, mucha hambre.

Las escuelas son escasas, a una hora caminando, un poco menos a caballo, pero el pequeño Jesús Madueña Molina tiene una idea fija: quiere ser médico, como los galenos militares que suben a la sierra durante la Operación Cóndor.

Su padre debe de alimentar a 14 hijos, así que la escuela no es prioridad, hay que trabajar la tierra para alimentar tantas bocas, pero su madre lo impulsa, lo defiende, ella va a permitirle un futuro lejos de las penurias de la sierra.

Esta es la historia de un niño que ni siquiera nació en la sierra, su destino estaba allá abajo, en la ciudad de Culiacán, a donde fue a parirlo su madre, mientras trabajaba en un campo agrícola, para después remontar la sierra, en autobús hasta Cosalá, después caminando, atravesando quebradas infinitas, de ida y vuelta, según la temporada y siempre perseguidos por la pobreza.

El pequeño Jesús va a vivir una infancia marcada por los reclamos de su padre, que lo necesita arando surcos, y por el apoyo de su madre, que soñaba con tener un hijo profesionista.

Jesús cumple con los dos: se levanta por la madrugada, rompe la tierra con el arado, da de comer a los animales, siembra y cosecha, para salir a media mañana caminando rumbo a la escuela.

No sabe qué le depara su futuro, pero le gusta la escuela y sabe que detrás de las montañas, abajo, en la ciudad, hay otra vida, una que lo llevará a la universidad, la casa de los que sueñan con un futuro mejor.


De las montañas al valle

Jesús Madueña Molina debió nacer en la sierra, pero el 23 de marzo de 1965 su familia se encontraba trabajando en el campo agrícola Pénjamo, cerca de Villa Juárez, Navolato, y su madre fue trasladada a una clínica de esa comunidad para que lo trajera al mundo.

La clínica no contaba con lo necesario para recibir al pequeño Jesús, así que su madre fue trasladada a Culiacán donde asegura Madueña Molina que nació por accidente.

“Yo nací por accidente en Culiacán porque la familia estaba trabajando en el Campo Pénjamo, éramos jornaleros agrícolas”, recuerda el ahora Rector de la UAS.

La familia Madueña Molina bajaba de la sierra, en los límites entre Sinaloa y Durango cada año, en los meses de noviembre a mayo, a trabajar en la pizca y el empaque del tomate.

Así que el primero de muchos viajes entre Culiacán y el rancho San Diego, perteneciente a Los Remedios, de la Delegación de Tamazula, Durango, lo hizo el pequeño Jesús todavía como bebé.

Los recuerdos de los campos agrícolas son de mucho trabajo, de salarios bajos y la preocupación permanente de sus padres por alimentar a los numerosos 14 hijos que formaban la familia.

“La vida en los campos agrícolas era muy difícil, éramos una familia muy grande viviendo en un cuartito de cartón, con una hornilla afuera para las tortillas. Recuerdo inviernos muy fríos”.

En los campos agrícolas los dejaban tomar tomates, pepino, chile, para que se ayudaran a alimentarse, rodeados de decenas de familias que esperaban los sábados para recibir la raya. Terminada la temporada agrícola, la familia tomaba un autobús y viajaba hasta Cosalá, ahí comenzaban a remontar las montañas caminando, durante dos días, para llegar al Rancho San Diego.

Ese viaje largo y peligroso no lo era para el pequeño Jesús, sus ojos de niño lo transformaban en una gran aventura.

“Era la época en que nosotros éramos nómadas, bajábamos a trabajar y regresábamos a sembrar maíz, era difícil pero cuando eres niño no ves las necesidades, éramos felices”.

En el rancho se vivía más fácil, se criaban gallinas, puercos y se sembraba para comer, pero cuando llegaba la temporada de secas, en verano, se sufría por la falta de alimento.

“En verano no había nada que pudieras traer del monte en la sierra, es la época más complicada, sobrevivir julio y agosto en la sierra es lo más difícil, hasta que comienzas a cosechar”.

El joven Jesús creció trabajando en los campos agrícolas, cerca de Culiacán, y de regreso en la tierra de su padre, donde siempre había algo que hacer, entre preparar la tierra, sembrar, cosechar o atender a los animales, hasta que un día el pequeño Jesús descubrió la escuela.

$!Un Madueña joven, a lomo de caballo, en su tierra, en la sierra entre Sinaloa y Durango.
Un Madueña joven, a lomo de caballo, en su tierra, en la sierra entre Sinaloa y Durango. ( )

La lejana escuela

En el rancho San Diego había una pequeña escuela donde todos los niños eran atendidos por el mismo maestro, al mismo tiempo, y donde solo se llegaba a cuarto grado. Al pequeño Jesús le gustaba estudiar, pero si quería continuar tendría que salir y su madre no estaba de acuerdo en separarse de él a tan temprana edad.

Jesús descubre no solo que le gusta la escuela, también descubre que se siente a gusto con los libros y sus maestros se lo recalcan, poco a poco comienza a entender que la escuela puede ser su camino.

Sin embargo, en casa el enfrentamiento continúa, su madre lo apoya para que siga estudiando y pueda ir a la secundaria, pero su padre rechaza la idea una y otra vez, él quiere que Jesús se quede en el rancho a ayudarlo en las labores del campo.

“Mi madre es la que siempre nos impulsó a estudiar, mi padre no, éramos 14 hijos y había que trabajar mucho para alimentarnos”.

En 1975, la Operación Cóndor desplegó miles de soldados en la sierra de Sinaloa, donde se cultivaba la amapola, y con ellos llegaron médicos que atendían a la población, como parte de la estrategia para ganarse su confianza.

Fue en una de esas jornadas médicas, cuando Jesús, con apenas 10 años de edad, vio a unos militares con las batas blancas sobre el uniforme y su estetoscopio alrededor del cuello, en ese momento supo que quería ser médico.

Pasan los años y Jesús comienza a crecer, tiene 17 años de edad cuando abren la secundaria en Los Remedios, a una hora de distancia caminando, a menos tiempo si se va a caballo.

Su madre lo apoya, pero su padre le da otra opción, irse a los Estados Unidos, a seguir el camino de los jóvenes que buscan hacer una nueva vida lejos de la sierra.

“Si no hubieran abierto la secundaria en Los Remedios sí me hubiera ido a Estados Unidos, porque no había nada más”.

Finalmente su madre y su amor por la escuela ganan la partida, Jesús comienza a sacar adelante sus tareas en el campo por la mañana, levantándose muy temprano para poder ir a la secundaria por la tarde.

En la secundaria destaca como uno de los mejores alumnos, sus calificaciones no conocen otro nivel más que el de la excelencia, lo que provoca que sus maestros inviten a sus padres a apoyarlo para que vaya más lejos.

Sin embargo, no hay más escuelas en la sierra, la secundaria era en ese momento lo más lejos que se podía llegar, hasta que un golpe de suerte le abre la posibilidad de bajar a Culiacán a estudiar la preparatoria.

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La prepa Allende

En una de las temporadas de trabajo agrícola en el Valle de Culiacán, una de las hermanas de Jesús se había enamorado de un joven que se casó con ella y se la llevó a vivir a Culiacán, dándole al joven Jesús un techo donde vivir mientras estudiaba.

“Cuando trabajábamos en Campo Pénjamo, de la familia Demerutis, una de mis hermanas conoció a uno de Culiacán y se casó con él, y ese fue el puente que yo tuve para poder venirme a estudiar a Culiacán”.

Gracias a su hermana, Jesús pudo dejar la sierra y un septiembre llegó a Culiacán para inscribirse en la Preparatoria Allende, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y donde el joven recién llegado de la sierra buscaba iniciar sus estudios.

Sin embargo, la secretaria que lo recibió le dio la mala noticia de que hacía una semana se habían cerrado las inscripciones y el cupo estaba lleno.

Al flamante Rector de la Universidad se le quiebra la voz cuando recuerda ese momento, después de años de soñar con estudiar, después de una largo viaje de varios días y las puertas se le cerraban en la cara.

“No había cupo, las inscripciones estaban cerradas. Le dije a la secretaria que quería ver al director, en ese tiempo estaba Arturo Cázares, pero me dijo que estaba ocupado, que no podía recibirme”.

La secretaria le recomienda que busque un espacio en el Cobaes, pero el joven se niega.

“En aquel momento sabíamos del conflicto del Gobierno del Estado con la Universidad y yo siempre quise ser universitario”.

En ese instante, quiso la fortuna que el director saliera de su despacho y se encontrara de frente a un joven desesperado que quería un lugar en la preparatoria.

“Era un hombre muy educado, muy amable, pero me repite lo mismo, que no había lugar. En ese momento yo hice algo muy imprudente, aventé mi carpeta con mis documentos en un escritorio y se abrió, y Cázares vio mi certificado”.

El director ni siquiera lo dudó, cuando vio las calificaciones le ordenó a la secretaria que abriera un espacio para Jesús Madueña Molina en el grupo donde se encontraban los mejor calificados.

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Encuentros

La Preparatoria Salvador Allende era una de las mejores escuelas de esa época en Culiacán, son los años 80 y todavía sobrevive una corriente de maestros rebeldes que luchan desde la trinchera educativa contra los gobiernos de priistas.

Uno de sus maestros a los que aprendería a admirar sería Rubén Rocha Moya, a quien lo recuerda como un profesor valiente que después se convertiría en Rector de la Universidad y hoy se alista para gobernar Sinaloa.

Madueña Molina comienza a participar en movimientos estudiantiles, le toca reunirse con el Rector Audómar Ahumada y después participar activamente en la siguiente elección, donde apoya la primera candidatura de Rocha Moya, quien llegará a la Rectoría hasta 1993.

En medio de la intensa política universitaria, Madueña Molina nunca olvida sus raíces y cada verano regresa a la sierra a seguir arando, cumpliendo con los deseos de su padre, convencido de que se puede alcanzar el futuro, mientras se cumple con el pasado.

ESTE LUNES: Vientos de cambio en la UAS

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