"Aurora tiene postdoctorados y, como a miles, no sirven para abrir puertas o para conseguir empleo"
Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).- Desde que terminó su Licenciatura en Letras, Aurora tuvo en mente que quería continuar su preparación académica porque confiaba en que eso le abriría las puertas de un buen empleo y un buen salario.
Ella misma dice que 12 años después –tiempo en el que estudió su licenciatura, maestría, doctorado y dos estancias postdoctorales– los intentos que ha hecho por conseguir un empleo han tenido resultados negativos: le han negado un puesto por estar “sobre calificada” y otros porque no hay plazas en las universidades.
Esta es la realidad de 1.9 millones de mexicanos. De acuerdo con el estudio Empleo Precario y Mala Educación en México, elaborado por el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), del año 2000 a la fecha, la tendencia de contratar personas con estudios de nivel medio superior y superior disminuyó, ya que mientras antes representaban el 30 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) desocupada, en 2017 se ubicó en 47 por ciento.
Esta tendencia en la contratación fue reforzada con las cifras más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi): el 78.6 por ciento de las personas desocupadas tienen altos niveles de estudios.
Aurora tenía 28 cuando ya era doctora en Ciencias Humanas. Cuando terminó la licenciatura, siguió con los estudios por razones personales, por inquietudes, porque le gusta la investigación y sobre todo porque lo vio como una opción laboral viable.
“Pensaba: voy, estudio el doctorado, regreso y encontraré trabajo porque seré doctora. Ese fue el razonamiento que seguí cuando decidí estudiar”, comentó en la entrevista con SinEmbargo.
Fueron en total cinco años de licenciatura, dos de maestría y tres de doctorado. Todos los estudios los realizó con el apoyo del Centro Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ya que no contaba con recursos propios para estudiar la maestría y “mucho menos” para estudiar un doctorado.
“Todo ese tiempo cumplí con todos los requisitos tanto en el doctorado como en la maestría. Mandaba mis informes y todo. Fue un posgrado muy demandante. Algunas personas hasta sufrieron problemas de salud porque era mucho el estrés cumplir con todas las normas de calidad y los requisitos necesarios de Conacyt. No es algo fácil, estudiar un posgrado es una actividad que demanda mucho tiempo, se tiene que sacrificar la vida personal, se pone en pausa. Yo no hubiera sido capaz de al mismo tiempo casarme, tener hijos y hacer la maestría, no en uno que esté en Conacyt”, comentó.
Enfatizó en que la inversión en tiempos y cuestiones personales es fuerte, lo que convierte ese camino en una gran apuesta, “yo dije: ‘dejo mi vida personal, dejo todo y me voy por mi doctorado, lo hago lo más rápido que puedo, me doctoro y luego regreso a retomar todo’. Pero regresé y la Universidad en la que yo me quería insertar tenía graves problemas económicos. Enormes. Y no es la única universidad pública que está así. Al menos hay seis en esa situación”.
LA FRUSTRACIÓN DE LA BÚSQUEDA
Aurora buscó trabajo en la ciudad en la que nació y no logró ser aceptada. Evaluó su entorno y al ver que es una ciudad que depende mucho de remesas, pensó que el problema era la ciudad y se mudó a Morelia, donde puso sus expectativas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Vio que era una ciudad más grande, con más movimiento económico y con más institutos de investigación. Llegó con esa esperanza, pero igual: en la universidad “la situación económica es deplorable y tienen muchos problemas de sindicato, rectoría y profesorado”.
Fue en ese momento que decidió intentar como freelance y aprovechar su experiencia como editora y correctora. Trabajó así por un tiempo, pero tenía a cambio un trabajo inseguro, poco estable y mal pagado. Entonces optó por hacer un postdoctorado, que es otra opción que ofrece el Conacyt.
“Me puse en contacto con la Universidad Michoacana y propuse un proyecto en conjunto en una maestría y Conacyt lo aceptó. Estuve realizando investigación durante un año. El posdoctorado es una estancia que es como un desahogo que encontró Conacyt para todos los doctores jóvenes que no sabíamos cómo insertarnos en las universidades. Uno propone el proyecto, nos insertamos en el núcleo académico de los profesores, damos clase, asesoramos tesis, estamos en los comités de evaluación. Es decir, eres un profesor de ese postgrado pero no te paga la Universidad, sino Conacyt y es una manera de que las universidades pueden tener a los investigadores sin necesariamente tener los recursos”, explicó.
La esperanza al final es que la Universidad contrate, ya que esa política se pensó como una especia de puente entre los doctores jóvenes y las universidades públicas.
Ahí estuvo un año y al terminar presentó un segundo proyecto que también le aceptó Conacyt, “pero realmente esto fue un paliativo. Cuando salí de la estancia posdoctoral, parece que regresé en el tiempo a cuando había terminado el doctorado. Otra vez estaba desempleada, otra vez seguía haciendo trabajos freelance y otra vez la Universidad me decía que no había plazas. Entonces el propósito original de la estancia no se cumplió”.
“Ha sido un camino bastante frustraste en ese sentido, porque es una apuesta que haces para tu vida y no ha salido como querías o como pensaste cuando apostaste por esto. A partir de eso yo dedico tiempo a revisar convocatorias en distintas universidades, pero hay pocas, son muy específicas, a veces ya tienen nombre… no sé”, agregó Aurora.
Por otro lado, está la calidad del trabajo que hay y el salario que ofrecen.
La última experiencia que tuvo Aurora ocurrió cuando aplicó a un trabajo de edición. Vio que la paga no era buena, pero la daría por sentado porque lo que quería era trabajar aunque no fuera realizando investigación.
“En la entrevista me dijeron que estaba sobre calificada. Yo respondí que sabía cuál era el sueldo y que qué más daba que estuviera sobre calificada, que no podía ser ni siquiera un pretexto o argumento para que no me contrataran, y que incluso sería mejor para ellos. Pero no”, recordó.