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Antropología

Descubre INAH cofre de piedra con 14 esculturas y tesoros en Templo Mayor

Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia encontraron un cofre de piedra con 14 estatuas antropomorfas, caracoles y piezas de piedra verde, parecida al jade, se cree que eran ofrendas de las conquistas del imperio de Moctezuma Ilhuicamina

CIUDAD DE MÉXICO.- El equipo del Proyecto Templo Mayor, parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia, detectó un cofre cuadrangular de piedra en un costado de este sitio arqueológico. El equipo del arqueólogo Leonardo López Luján descubrió un depósito ritual, denominado Ofrenda 186, en el que encontraron 14 esculturas antropomorfas masculinas y la miniatura de una figurilla femenina.

Además de estas esculturas, la Ofrenda 186 contenía dos pendientes en forma de serpientes de cascabel y 137 cuentas de distintas piedras metamórficas verdes, así como arena marina y casi 2 mil elementos de material calcáreo, entre conchas, caracoles y corales

El cofre fue descubierto por Alejandra Aguirre Molina y Antonio Marín Calvo, ambos arqueólogos parte del equipo de Leonardo López Luján. Las esculturas halladas en su interior tienen rasgos esquemáticos característicos del estilo Mezcala de la sierra norte de Guerrero.

Es sabido que los cohuixcas y los chontales de esa región fueron conquistados en tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, lo llamativo es que las figurillas Mezcala que otros arqueólogos han recuperado en contextos arqueológicos guerrerenses están fechadas del periodo Preclásico Medio (1200-400 d.C.) al Epiclásico (650-900 d.C.), mientras que el reinado del primer Moctezuma se extendió entre el 1440 y el 1469, lo que significa que antes de ser llevadas a Tenochtitlán de lo que hoy conocemos como la sierra norte de Guerrero.

“Esto quiere decir que, cuando los mexicas sometieron a esos pueblos, las figurillas ya eran verdaderas reliquias, algunas de ellas de más de 1,000 años de antigüedad, y es de suponer que servían como efigies de culto, de las que se apropiaron como botín de guerra”, explicó López Luján.

Tanto Alejandra Aguirre Molina como Antonio Marín Calvos trabajaron en el depósito junto con la restauradora Sofía Benítez Villalobos y el maestro Juan Ruiz Hernández, quienes concluyeron que, una vez traídas a Tenochtitlan, las esculturas Mezcala fueron objeto de una resignificación religiosa, como lo evidencian restos de pintura facial, alusiva al dios de la lluvia, Tláloc, añadida por los mexicas a una de ellas.

Al interior del Cofre también se encontraron restos de conchas y corales procedentes de las costas del océano Atlántico, territorios también conquistados por la Triple Alianza en tiempos del primer Moctezuma. Los caracoles y las conchas marinas ya han sido consolidados y su identificación biológica está en proceso a cargo de Belem Zúñiga Arellano.

«En náhuatl clásico, estos cofres eran conocidos como tepetlacalli –de tetl, piedra, y petlacalli, caja de petate–. En sus hogares, los mexicas acostumbraban guardar en cofres de petate sus más preciadas pertenencias, como plumas finas, joyas o prendas de algodón, y si lo vemos desde el Templo Mayor, que representa a una montaña sagrada repleta de mantenimientos, podemos imaginar a los sacerdotes almacenando en estas ‘petacas de piedra’ los símbolos por excelencia del agua y la fertilidad: esculturas de los dioses de la lluvia, cuentas de piedra verde, conchas y caracoles”, concluye López Luján.

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