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"El cierre parcial de la frontera México-EU no frena al narcotráfico y la crisis del fentanilo toma fuerza"

"El crimen organizado de México podría estar pasando drogas a EU como si no hubiera cierre parcial de fronteras en el país vecino. Además de los mercados que ya dominan, agrupaciones como el Cártel de Sinaloa o el de Jalisco Nueva Generación controlan otra rama del negocio: la producción y distribución ilegal de fentanilo"

MÉXICO._ Los decomisos de droga (cocaína, metadona, fentanilo, heroína, cannabis y metanfetamina) en los Estados Unidos aumentaron 44 por ciento entre marzo y mayo, después del cierre de fronteras por la pandemia de coronavirus, de acuerdo con cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense (CBP, por sus siglas en inglés).

La situación es de especial relevancia para México, cuyas organizaciones criminales prácticamente monopolizan el mercado de los principales estupefacientes consumidos en el vecino país del norte.

Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas ilícitas a nivel mundial. Si se tratara de un negocio legal, México sería uno de los mayores distribuidores del mercado más grande del mundo, que año con año consume entre 120 y 145 mil millones de dólares en cannabis, cocaína, heroína y metanfetamina.

El valor del consumo de éstas cuatro drogas en Estados Unidos es tan grande que, si México se embolsara la décima parte de su valor anual, sus ingresos serían equiparables al uno por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB). A ello habría que sumar el valor del incipiente mercado del fentanilo, que es un analgésico y anestésico que tiene efectos 50 veces mayores a los de la heroína, y que además de ser más accesible, es más letal que dicha droga, de acuerdo con la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés).

Tanto la DEA como el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ, por sus siglas en inglés) refieren que México es uno de los mayores importadores y productores de drogas ilícitas que consume su población, además de que las organizaciones delictivas mexicanas “siguen siendo la mayor amenaza criminal de drogas en los Estados Unidos”, ya que “ningún otro grupo está actualmente posicionado para desafiarlos”, se lee en el informe DEA-DCT-DIR-008-20.

La producción y control del tráfico de drogas de México a Estados Unidos por parte del crimen organizado es tan impactante como imparable. Las cifras oficiales del Gobierno estadounidense podrían indicar que la ruta de la droga no se detiene, aún cuando el vecino país del norte cierre parcialmente sus fronteras con México, tal como lo hizo a partir del 21 de marzo pasado, a raíz de la crisis de salud por la pandemia de Covid-19 a nivel mundial.

Entre marzo y abril de este año, los decomisos de cocaína, cristales de metadona, fentanilo, heroína, mariguana y metanfetamina en los puertos de entrada y al interior de Estados Unidos decayeron 19 por ciento, al pasar de 16 mil 645 a 13 mil 491 kilogramos incautados. Asimismo, entre abril y mayo, la incautación de producto aumentó 78 por ciento, al pasar de 13 mil 491 a 23 mil 991 kilogramos decomisados, refieren cifras de la CBP.

Lo anterior implica que entre marzo y mayo de 2020, los decomisos aumentaron 44 por ciento real; y de manera relativa, es decir, considerando la cantidad de estupefacientes incautados por el número de operativos o de “acciones de cumplimiento” efectuadas por autoridades estadounidenses, la tendencia también fue al alza. Mientras que en marzo hubo una incautación por operativo, en mayo hubo 2.2 decomisos por acción de cumplimiento.

La información oficial conlleva cuando menos dos implicaciones: primero, que el número de incautaciones pudo haber aumentado porque el tráfico de drogas en Estados Unidos no se detuvo (lo que no excluye que el comercio ilegal haya crecido o decrecido en el periodo); y segundo, que la eficiencia de los operativos de las autoridades estadounidenses pudo haber mejorado con el endurecimiento temporal de controles entre los puntos fronterizos (lo que no está exento de ser un efecto estacional o circunstancial del tráfico de drogas durante el periodo).

Sin embargo, las cifras individuales (por droga) indican que a pesar de que los decomisos de cannabis (39 por ciento), cocaína (89 por ciento), heroína (14 por ciento) y metanfetamina (54 por ciento) fueron al alza entre marzo y mayo de 2020, las incautaciones de fentanilo decayeron cinco por ciento en el periodo, al pasar de 114 a 108 kilogramos confiscados.

En un contexto en que el crimen organizado mexicano controla gran parte de la producción y del suministro de cannabis, cocaína, fentanilo, heroína y metanfetamina que van hacia el norte del Continente Americano, el cierre parcial de la frontera entre México y Estados Unidos –que será extendido hasta el 21 de julio de 2020– no ha servido para detener, al menos en gran medida, el flujo de drogas hacia el país angloamericano, sobre todo considerando que el valor aproximado de lo incautado entre enero y marzo de este año (2 mil 692 millones 727 mil 743 dólares) fue 3.3 por ciento superior al valor de los estupefacientes decomisados entre marzo y mayo de 2020 (2 mil 603 millones 590 mil 550 dólares).

La cuestión monetaria cobra especial relevancia, ya que la DEA y el DOJ han reconocido que una de las pautas fundamentales para luchar en contra del crimen organizado –incluso más que la lucha frontal– es el uso de inteligencia contable, fiscal y financiera para detener el flujo de efectivo con que cuentan las organizaciones criminales, máxime las mexicanas, cuyo poderío se ha venido fortaleciendo en el Continente Americano desde la década de los 90.

Los datos del Gobierno estadounidense indican que en México es producida la mayor parte (entre el 86 y el 94 por ciento) de la metanfetamina y de la heroína que llega a Estados Unidos. Asimismo, los cárteles mexicanos controlan gran parte (entre el 70 y el 90 por ciento) del flujo de ambas drogas, entre uno y otro país.

En México también es producido el 54 por ciento del cannabis ilegal y menos del 10 por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos. A pesar de no producir tanta cocaína, ya que la mayor parte proviene de Colombia y de otros países de América Latina y del Caribe, los cárteles mexicanos controlan entre el 87 y el 90 por ciento del mercado de la coca, ya que en gran medida, la ruta latinoamericana de la droga desemboca en la frontera entre México y Estados Unidos.

En lo que respecta al fentanilo, las autoridades estadounidenses indican que México y China son los principales países de origen y contrabando.

Esta droga, que ya es “la categoría más letal de opioides utilizados en los Estados Unidos”, supone una oportunidad de negocio para los cárteles mexicanos ya que, a la par en que “el gobierno de México todavía no ve al fentanilo como un tema importante y no ha dedicado recursos significativos para encontrar a los principales impulsores del comercio dentro de sus fronteras”, es probable que el crimen organizado mexicano tenga un papel “cada vez más importante en la producción y en el suministro de fentanilo” hacia los Estados Unidos, sobre todo por las restricciones impuestas al medicamento en China por parte del Gobierno del país asiático, refiere la DEA.

FENTANILO: EL NUEVO NEGOCIO

Entre tres y cuatro de cada 100 ciudadanos estadounidenses sufren de un problema de dependencia a estupefacientes; y en México, uno de cada 100 lidia con esta situación. Lo anterior implica que Estados Unidos es el país con mayor grado de dependencia de entre 224 naciones y regiones comparadas. En cambio, México está en la posición 88 a nivel mundial, de acuerdo con información de la Universidad de Oxford de Inglaterra, analizada por la Unidad de Datos de SinEmbargo.

El coeficiente referido es aún más impactante si se considera el número de muertes que las drogas provocan en una y otra nación.

Las cifras de la casa de estudios inglesa refieren que al menos seis de cada 100 muertes en Estados Unidos son provocadas directa o indirectamente por el uso de alguna droga. En el caso mexicano, casi dos de cada 100 mueren por el uso de estupefacientes. Ello implica que en el último año de medición (2017), al menos 172 mil 566 estadounidenses y 13 mil 9 mexicanos fallecieron a causa de drogas ilícitas, entre ellas, anfetaminas, cannabis, cocaína y opioides.

La dependencia a drogas y las defunciones relacionadas irán al alza conforme el mercado del fentanilo se vaya fortaleciendo en Norteamérica, no sólo por ser tan adictivo como la heroína o la morfina, sino también, porque la tasa de mortalidad asociada al consumo de fentanilo es muy superior al de dichas drogas, de acuerdo con las autoridades estadounidenses.

Aún no hay datos concretos acerca del desarrollo del mercado del fentanilo en México y Estados Unidos. Sin embargo, la DEA y el DOJ indican que México cada vez produce más y que los principales cárteles asociados a esta droga son el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación (CJNG).

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Las organizaciones criminales transnacionales mexicanas (TCOs, por sus siglas en inglés) “están produciendo mayores cantidades de fentanilo y tabletas ilícitas que contienen fentanilo, y algunas TCOs utilizan laboratorios clandestinos y métodos de procesamiento cada vez más sofisticados (es decir, material de vidrio de laboratorio, productos químicos no regulados y prensas de tabletas de tamaño industrial)”, se lee en uno de los informes de 2020 de la DEA.

Asimismo, el Gobierno estadounidense informó que el Cártel de Sinaloa y el CJNG “son probablemente los principales grupos de tráfico responsables del contrabando de fentanilo a los Estados Unidos desde México. Hasta la fecha, las operaciones de síntesis de fentanilo y producción de píldoras de fentanilo desmanteladas en México han tenido lugar en territorios controlados por estos cárteles o han tenido la participación de miembros/asociados de estos cárteles. Además, se sabe que estas TCOs controlan los corredores de tráfico en México que se conectan con California y Arizona, lo que indica que las organizaciones deben aprobar los medicamentos que pasan por estas áreas asociadas”.

Para las autoridades del vecino país, es muy probable que el flujo de fentanilo entre México y Estados Unidos continúe fortaleciéndose y diversificándose. En ese sentido, reiteraron que las organizaciones criminales mexicanas irán consolidando su dominio sobre el incipiente mercado.

“Es probable que las TCO mexicanas tengan un papel más importante tanto en la producción como en el suministro de fentanilo y píldoras ilícitas que contienen fentanilo a los Estados Unidos, especialmente si las regulaciones y protocolos de aplicación propuestos por China se implementan de manera efectiva. La producción de fentanilo y el abastecimiento de precursores químicos también pueden expandirse más allá de los países identificados actualmente, ya que el fentanilo carece de los límites geográficos de heroína y cocaína, ya que éstos deben ser producidos a partir de materiales de origen vegetal”.

Pese a lo anterior, el negocio del fentanilo no estará libre de competencia en territorio mexicano.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que gran parte del negocio ilegal del fentanilo comenzó en la frontera norte de México, donde pequeños grupos criminales –o “cárteles farmacéuticos”– se establecieron para vender el producto a través de Internet. Sin embargo y con el paso del tiempo, los grandes grupos criminales empezaron a imponer impuestos a la operación de los cárteles farmacéuticos. La DEA y el DOJ calculan que el ejercicio de control de los grandes cárteles cambie, “especialmente a medida en que los grupos criminales más grandes pierdan la hegemonía en otros mercados criminales y busquen competir en nuevos mercados como el fentanilo”.

Hoy en día, la crisis del fentanilo va en aumento. De acuerdo con la DEA, el problema no sólo es la elevada tasa de letalidad del opioide, sino además, el aumento en su uso, considerando que “los traficantes, a sabiendas o sin saberlo, venden cada vez más fentanilo a los usuarios sin mezclarlo con otra sustancia controlada y también están vendiendo cada vez más fentanilo en forma de píldoras”.

Desde 2006, las autoridades mexicanas y estadounidenses detectaron laboratorios clandestinos de producción y distribución de fentanilo. Pero en 2017 y 2018 tuvieron lugar al menos tres de los más grandes operativos conjuntos entre ambas naciones.

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Hace tres años, el Ejército Mexicano descubrió un laboratorio en Sinaloa. Allí decomisaron 809 gramos de N-fenetil-4-piperidona; 1 mil 442 gramos de 4-anilino-N-fenetilpiperidina; 80 litros y 789 gramos de noscapina; y 66 gramos de fentanilo, además de equipo de laboratorio.

Un año más tarde, en diciembre de 2018, la DEA y el Ejército Mexicano incautaron un molino ilegal de píldoras ligado al Cártel de Sinaloa, ubicado en la Alcaldía Azcapotzalco de la Ciudad de México. Entonces fueron decomisadas pastillas de oxicodona M-30 con contenido de fentanilo, presunto polvo de fentanilo y precursores químicos del analgésico y anestésico.

Poco antes, en septiembre de ese mismo año, los gobiernos de México y de Estados Unidos inhabilitaron un molino de píldoras de fentanilo en Mexicali, Baja California.

De acuerdo con uno de los últimos informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), entre el 1 de diciembre de 2018 y el 31 de julio de 2019, el Ejército Mexicano aseguró 121 kilogramos de fentanilo, 263 mil 611 pastillas de fentanilo y 90 ampolletas de fentanilo a nivel nacional.

Asimismo hubo incautación de 72 mil 952 kilos de mariguana, 60 kilos de semilla de cannabis, 3 mil 565 kilos de cocaína, 227 kilos de heroína, 43 kilos de goma de opio y 6 mil 424 kilos de metanfetamina.

 

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