"El día que un militar lloró"
JOJUTLA, Morelos._ El uniforme, las botas y el cabello casi a rape son los mismos que usan los casi 300 mil soldados mexicanos, pero las lágrimas que recorren su rostro son las de un país doblado por el dolor.
En el momento de la fotografía que recorre el mundo, el soldado participa en las labores de rescate de las víctimas del sismo que afectó al centro de México, acaba de escarbar entre los escombros de una casa convertida en un montón de escombros en Jojutla, Morelos, quizá la comunidad más afectada por la desgracia.
Entre los escombros yace la esperanza muda de encontrar a la esposa y a la bebé de Marco Gil Vela, que ha viajado tres horas desde Cuernavaca, devorado por los nervios e impulsado por el sueño de encontrarlas con vida.
La casa se ha desplomado con la familia de Marco adentro.
Es en el momento en que el militar ve una manita de la menor en los escombros, cuando se dobla de dolor y llanto.
La historia se vuelve viral porque un tío de la pequeña tomó la fotografía en el momento justo donde el soldado se desmorona, y por el padre, a través de su cuenta de Facebook, que días después le envía un texto de agradecimiento.
"Gracias porque sin saberlo me regalaste la oportunidad de despedirme de mi esposa e hija", escribió Gil Vela, "gracias porque sin dudarlo arriesgaste tu vida bajo los escombros.
"Supe que cuando viste su bracito bajo aquel escombro... gritaste con un dolor palpable e insoportable... tus lágrimas brotaron somo si hubiese sido tu propia sangre".
El padre de familia incluso pide que si alguien conoce al soldado le haga llegar su mensaje.
"Gracias a Dios por alistarte en el Ejército Mexicano y gracias a tus tropas y oficiales por ponerte ahí en ese preciso instante para darlo todo por mis mujeres".
Los suegros de Marco se encontraban fuera, cuenta el portal Animal Político tras recopilar la historia, sólo su esposa que atendía un pequeño abarrote y su bebé se encontraban en casa cuando el pueblo comenzó a temblar.
La fotografía que se ha vuelto viral muestra detrás del soldado a un grupo de rescatistas improvisado, uniformados con chalecos fluorescentes llenos de tierra, otros más ni siquiera llevan chaleco, son los vecinos que han venido a ayudar.
El soldado todavía no tiene nombre, es el mismo que utiliza el Gobierno federal para enfrentar delincuentes, resolver inundaciones o desfilar con su arma de cargo, serio, fuerte, un fusil al servicio del Estado.
Su dolor y el de todo un país fue captado por un tío de la pequeña fallecida, quien estaba al lado de Marco mientras se realizaban las labores de rescate.
