"El ‘topo’ que busca vida en Álvaro Obregón 286"
CDMX.- La grúa levanta la loza de cemento que dividía el quinto piso del cuarto del edificio desplomado en Álvaro Obregón 286.
Ese pedazo enorme de concreto aviva la esperanza de los familiares y amigos, que después de cuatro días de rezar y llorar, esperan que los rescatistas ahora sí encuentren a las personas atrapadas bajo la montaña de escombros.
Los cuerpos de emergencia israelitas dirigen las labores de rescate: dicen dónde hay signos de vida, dónde hay que remover concreto y madera, dónde hay que cortar varilla, dónde hay que escarbar.
Coordinan a los voluntarios provenientes de España, El Salvador y Costa Rica. También a los que viajaron de Coahuila, Nuevo León y Quintana Roo. Trabajan junto a los elementos de la Secretaría de Marina, el Ejército, Protección Civil y a las brigadas de rescate “Topos”.
Gabriel Ruiz dirige a 12 “Topos Azteca” que fueron llamados de emergencia para remover el cemento y crear un acceso que conduzca hacia las 45 personas que estiman los familiares que podrían estar aquí. La realidad es que a cinco días del sismo no hay una cifra oficial que dé certeza de cuántas personas pueden estar atrapados.
Luego de que la grúa, con capacidad de levantar hasta 500 toneladas, movió la loza, entran los rescatistas en acción.
Usan taladros neumáticos y eléctricos, cortadoras de varillas. Para la remoción de escombro, palas, picos, mazos, cinceles y martillos.
Gabriel Ruiz no se compromete a asegurar que en realidad las personas que están ahí aún viven.
Justifica que sólo sigue las indicaciones que reduce la vida a estadísticas: 50 por ciento de posibilidades de que sí sigan vivos los empleados del despacho de contabilidad.
“En los sondeos que hacen los militares, ellos establecen que sí hay vibraciones en el interior. Y más que nada, el sonar hace un barrido dentro de la estructura donde sí pudiera existir. Se presume más que nada, no podemos estar a ciencia cierta segura, el equipo no es capaz de determinar al 100 por ciento de vida aquí. Detecta vibraciones, posibles pulsaciones de latidos de corazón”, explica.
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- ¿Cuánto tiempo puede permanecer una persona con vida bajo los escombros?
Bueno, eso depende de la complexión, de la salud que presente la persona. Sin embargo, nosotros, en experiencias y ocasiones anteriores, hemos tenido éxito en rescate de personas vivas hasta 18 días.
-¿18 días sin alimento, sin agua?
Así es.
La inevitable realidad
El vehículo de transporte del Ejército avanza en la zona de emergencia de la calle Álvaro Obregón en la colonia Roma, una zona exclusiva de la Ciudad de México, que fue afectada por el sismo del 19 de septiembre.
Se detiene y descienden los soldados que dirigen a los perros entrenados para el rescate de vida que se utilizarán en el inmueble colapsado.
En la calle Álvaro Obregón, en la esquina con Medellín, el inmueble con el número 286 se derrumbó con el sismo del martes. Era de seis pisos. Se rentaba para albergar las oficinas de distintos establecimientos: comercios, despacho jurídico, clases de yoga y call center.
Se cree que en el cuarto piso trabajaban 50 personas cuando sucedió el movimiento telúrico. Solo cinco lograron escapar.
Cuatro días después, sus familiares y amigos los siguen esperando afuera de lo que era la edificación. Mantienen un campamento permanente ahí duermen, ahí comen, ahí rezan.
El sonido que emite la ambulancia pone en alerta a los habitantes.
Los restaurantes y bares de la zona abren el sábado. Los habitantes caminan por las calles y por el parque. Tratan de recobrar el ritmo de vida que tenían antes de la tragedia. Pero la realidad es inevitable e imponente, no pueden ignorar el desastre, no pueden olvidar la tragedia.
Hasta ayer, se contabilizaron más de 300 personas que murieron por el desastre provocado por el sismo de 7.1 grados en la escala de Richter del martes.
Rescate con restricciones
La semana pasada, Gabriel Ruiz ayudó en la zona de desastre en Oaxaca que dejó el sismo de 8.2 grados en la escala de Richter.
“Estuvimos haciendo evaluación de estructuras; estuvimos haciendo rescate de personas, tratamos a personas heridas entre escombros, la remoción de escombros y apoyar a la ciudadanía que está viviendo a nivel de suelo”, describe.
Luego, el rescatista de 39 años regresó a su casa en Coahuila. Después de dos días de descanso, fue llamado de emergencia atender la contingencia en la Ciudad de México. Desde el miércoles en la mañana que arribó junto con otros 150 compañeros más de la región noreste de México, de Coahuila y Nuevo León, ha trabajado en jornadas extenuantes de rescate en los inmuebles colapsados en Lindavista, Tlalpan y Álvaro Obregón.
Él dirige a una brigada de 12 “topos”, evalúa las zonas de riesgo y determina la ruta de ingreso.
-¿Qué es lo que se vive allá dentro?
La verdad es algo muy difícil. Existen un hermetismo muy fuerte por parte de las autoridades federales y, a veces nos limitan a nosotros como grupos de rescate que para nosotros la prioridad es la vida. Hacemos todo lo posible por preservarla y rescatarla. Los protocolos también son muy duros, muy estrictos, y por lo cual, nos relevan cada determinado tiempo. Pasamos unas horas y nos relevan constantemente.
Existe mucha mano, existen muchos grupos de rescatistas que vienen a trabajar, pero también tenemos que hacer relevo por protocolos.
-¿Cuáles son las limitaciones?
El Gobierno nos limita los ingresos, más que nada. A veces no te dejan ingresar; incluso, ni nuestra propia herramienta nos han dejado sacar, pues hay un perímetro de seguridad del cual tenemos que dejar nuestro equipo propio.
-¿Cómo está la situación en Tlalpan?
En Tlalpan sí está muy crítico porque es un edificio habitacional que tiene más de 40 departamentos que fueron colapsados completamente.