"Newsweek en Español: Sangre dentro, sangre fuera"
Sangre dentro, sangre fuera
La brutal Hermandad Aria ha salido de la prisión transformada en una pandilla nacional.
- POR: JOSH SAUL
Skip metió la pata. Un capitán de la Hermandad Aria de Misisipi le adelantó 250 dólares en metanfetaminas, pero Michael Skip Hudson, otro miembro de la pandilla, no estuvo conforme con la calidad y se negó a pagar. Uno de los líderes estatales de la Hermandad ordenó resolver la disputa con “minutes”, lo que significaba una pelea a puñetazos, método común para zanjar conflictos dentro de la banda altamente organizada y jerárquica.
Fue entonces cuando Hudson cometió el error fatal: se negó a presentarse.
Cuando Frankie State Raised Owens Jr. supo que el soldado de la Hermandad había ignorado una orden directa, esperó a Hudson con otros tres miembros en uno de sus remolques, cerca de la frontera de Alabama. Aquel día de diciembre de 2010, cuando un soldado de la pandilla y un recluta llegaron con Hudson en una camioneta pickup —habiéndolo engañado, por orden de Owens, diciéndole que iban a cocinar metanfetaminas—, se desató la furia de la Hermandad de Misisipi. Owens usó su cachiporra llamada “blackie” para apalear a Hudson, mientras los otros cinco hombres le entraban a golpes. Luego, lo amarraron con un cable y lo metieron en el maletero de un auto para viajar 145 kilómetros al norte, donde se reunieron con Eric Parker, el capitán que le dio a Hudson la metanfetamina. Al llegar al remolque de Parker no lo encontraron, de modo que Owens sacó a Hudson del maletero y le permitió fumar un cigarrillo.
Parker llegó unos minutos después, y entre él y Owens estrangularon a Hudson con un bate de béisbol, según los documentos de la corte del estado.
Esa noche, el aterrado Parker llamó al líder pandillero de mayor rango fuera de prisión, Brandon Oak Creel. Le dijo que las cosas se habían salido de control (no debieron matar a Hudson), y que necesitaban ayuda. Entonces, Owens y Parker pusieron el cuerpo de Hudson en otra pickup y condujeron a casa de Creel, donde envolvieron el cadáver en una alfombra y lo metieron en un barril. Creel usó una retroexcavadora para abrir un foso, lo forró con revestimiento metálico para techos y metió el tonel en el hoyo. Después, lanzó varios neumáticos, los bañó con gasolina y les prendió fuego, el cual mantuvo ardiendo durante cinco días. Por último, dobló la lámina de metal que forraba el foso y tiró su siniestro crematorio en un arroyo cercano.
El brutal asesinato y el rebuscado entierro de Hudson fueron las piezas centrales de una acusación federal que, el año pasado, condujo a la condena de 42 miembros y asociados de la Hermandad Aria de Misisipi, que acabó con los planes de la banda para consolidarse con la Hermandad Aria nacional. Los juicios recientes de Texas y Oklahoma demuestran que, al igual que en Misisipi, grupos locales de la Hermandad Aria mantuvieron dichos estados inundados de metanfetaminas, al tiempo que aplicaban una brutal lealtad “sangre dentro, sangre fuera” tanto en prisión como en lo que ellos llaman el “mundo libre”.
Mas esa rigurosa disciplina interna condujo a la caída de la arraigada pandilla de Misisipi debido a que muchos miembros, hartos de todas sus reglas y golpizas, se volvieron contra sus antiguos hermanos. “Fue por eso que pudimos conseguir tantos colaboradores”, dijo a Newsweekel fiscal federal Scott Leary. “Aquel sentimiento de lealtad fue erosionado por la violencia que habían infligido a sus miembros”.
UNA MISIÓN “SANGRE DENTRO”
La Hermandad Aria de Misisipi fue fundada en las prisiones del estado a mediados de la década de 1980. Igual que sus equivalentes de otros estados, se inspiró en la Hermandad Aria forjada en la prisión estatal de San Quintín, California, en 1964, surgida como una “barrera” contra la Familia Black Guerrilla, con el objetivo de proteger a los presos blancos de extorsiones y violaciones. “Todas las pandillas carcelarias basadas en la raza surgieron, en esencia, como una respuesta a la desegregación en las cárceles de Estados Unidos”, explica Mark Potok, miembro prominente de Southern Poverty Law Center. Potok agrega que la Hermandad Aria tiene cerca de 20 000 miembros en todo el país, y que en los últimos 15 años se ha diseminado fuera las prisiones, formando organizaciones criminales cada vez más extensas. Otros expertos dicen que las raíces de las pandillas carcelarias, como la Hermandad, dependen de la intensificación de la guerra contra las drogas y el consiguiente hacinamiento de las prisiones, lo cual ha resultado en una violencia creciente que, a su vez, da a los reos un mayor incentivo para unirse a la banda en busca de protección. “Nuestras políticas de justicia criminal, desde la década de 1970, son las que han creado la presencia de pandillas en las prisiones”, asegura Heather Ann Thompson, profesora de historia de la Universidad de Michigan, especialista en estudios carcelarios.
“Aquí emerge una paradoja del poder punitivo del Estado: cuanto más severa, prolongada y probable sea la pena de prisión, más fuertes son los incentivos de los afiliados externos para mantenerse en buenos términos con los líderes presos y, en consecuencia, mayor es el poder coercitivo que ejercen las pandillas carcelarias sobre quienes anticipan una pena de prisión”, escribió Benjamin Lessing, profesor asistente de la Universidad de Chicago, en su artículo de 2015 acerca de cómo las bandas carcelarias socavan la autoridad del Estado. “Desde Los Ángeles y El Paso hasta El Salvador y Brasil, las pandillas se han organizado en redes criminales, amplias y lucrativas, con traficantes de drogas y bandas de barrio a nivel de calle”. Si contemplamos las pandillas desde esa perspectiva, tal vez una reforma carcelaria —como los esfuerzos recientes del presidente Barack Obama para poner fin a las leyes de condenas excesivamente severas— podría debilitar las bandas, proporcionando mejores condiciones para reclusos y, de esa manera, reducir el incentivo para la adhesión.
Las pandillas arias han evolucionado en organizaciones jerárquicas, con una estructura y una lealtad que serían la envidia de una cadena de comida rápida regional. La Hermandad de Misisipi se autodenomina “La Familia” y es gobernada por una “Rueda” de tres hombres que divide el estado en nueve zonas. Dicha Rueda designa un capitán para supervisar cada zona y la prisión, con una red de “sargentos de armas” que mantienen el orden y la disciplina, un tesorero para controlar las finanzas, y numerosos soldados. Los reclutas permanecen en “expectativa” durante seis meses hasta que se les asigna una “misión de sangre dentro”, como la que le fue asignada al miembro en expectativa que ayudó a conducir a Hudson a su muerte (el mismo día de la golpiza de Hudson, el recluta recibió su “marca”, o tatuaje, la cual representaba su condición como miembro acreditado de la Hermandad Aria).
La constitución de la pandilla, de 26 páginas, hace hincapié en la lealtad jerárquica y a la cadena de mando, según una copia del documento confidencial obtenida por Newsweek. “Los miembros obedecerán y seguirán todas las órdenes que se les den, sin importar el contexto o la razón, sin queja o negativa”, dice la constitución. Declara que rechazar un mandato “se considera traición a la orden de la Hermandad Aria de Misisipi, y esto será una violación sancionada inmediatamente, y no se tolerará en cualquier forma o manera. ¡Es una violación de sangre fuera!”.
La constitución enumera muchas otras reglas. Ningún acto homosexual. Nada de sexo con la novia o esposa de otro miembro. No al abuso sexual de niños. Los miembros deben asegurarse de que su capitán tenga actualizados sus números de teléfono de domicilio y celular. En cuanto al uso y venta de drogas, “Nada de agujas, punto”.
La constitución también define la ideología de la pandilla: “Somos la élite de unos pocos de nuestra raza que han sido seleccionados para la misión sagrada de preservar nuestra pureza y supremacía en estos tiempos de cambio rápido”, declara el documento, rastreando el linaje del grupo al Ku Klux Klan. “¿Los africanos, judíos, o asiáticos son iguales a los arios de cepa blanca pura? ¡No!”. Sin embargo, las autoridades policiales opinan que la adhesión estricta a la ideología aria y al racismo es desigual. Si bien algunos miembros son “verdaderos creyentes”, otros simplemente quieren conseguir un par de tatuajes de inspiración nazi y se limitan a repetir el discurso ario para obtener protección en la cárcel y lucrativas oportunidades delictivas en el exterior.
LA METANFETAMINA MEXICANA ES MEJOR
Los líderes de la Hermandad Aria encarcelados organizan operaciones rentables de tráfico de drogas y armas mediante llamadas de conferencia con teléfonos inteligentes de contrabando, y los miembros de la pandilla mantienen funcionando los celulares conectando los cargadores a los anuncios de salida u otros elementos electrónicos de la prisión. “Esos granujas eran muy inteligentes. No tenían el menor problema para mantener cargados sus teléfonos”, dice Leary, uno de los asistentes de la fiscalía de Estados Unidos que trabajó en los casos contra los miembros de la Hermandad Aria de Misisipi.
Owens y Parker podrían recibir cadena perpetua cuando sean sentenciados a finales de este verano. Sus abogados dijeron a Newsweekque apelarán las condenas. El abogado de Owens citó la ausencia de evidencias físicas del asesinato como un argumento para la apelación: “No hay cadáver. No hay evidencia forense. Nada”.
La investigación de la pandilla, que duró dos años y medio, y culminó con la condena de Parker y Owens por asesinato, así como con las condenas de otros 40 miembros y asociados por otros cargos, detuvo la consolidación del grupo con la Hermandad Aria nacional. Una consolidación que habría convertido a la pandilla en una franquicia local bajo la protección de una corporación de escala nacional. Aunque, durante mucho tiempo, la banda había distribuido metanfetaminas compradas a proveedores de Tennessee, Texas y California, la consolidación le habría dado mayor reconocimiento en el sistema penitenciario federal y en el “mundo libre”, así como un mejor suministro de metanfetaminas procedentes de México a través de la Hermandad Aria de California, según los fiscales federales. De hecho, cuando la investigación detuvo la fusión, los líderes de la pandilla de Misisipi habían redactado una nueva constitución y ordenado a sus miembros que se marcaran con el tatuaje nacional.
“Todos se conocen y hablan entre ellos”, dice Kelly Pearson, fiscal de la unidad de crimen organizado del Departamento de Justicia, quien trabajó en los casos de los miembros de la Hermandad Aria de Misisipi. “Esa es otra razón por la que son tan peligrosos. Se unifican”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek