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Trayectoria

Reformas inconclusas y poca atención a víctimas: así fue el paso de Adán Augusto López por Segob

En su paso por Gobernación, Adán Augusto López se olvidó de la política migratoria y de víctimas, y se centró en cabildear las reformas del presidente

Este viernes 16 de junio, Adán Augusto López hizo oficial su salida de la Secretaría de Gobernación (Segob) para lanzarse formalmente a la contienda interna de Morena rumbo a la presidencia.

El tabasqueño llegó al cargo en agosto de 2021, después de las elecciones de medio sexenio, y lo dejó menos de dos años después.

Su corta gestión estuvo marcada por dejar a un lado la política migratoria, de derechos humanos y de atención víctimas, para centrarse casi exclusivamente en dos puntos: el cabildeo en ambas cámaras del Congreso, para tratar de sacar adelante reformas impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y su candidatura para ser el elegido de su partido en la carrera presidencial 2024.

“Adán, quizá favorecido por su paisanaje con López Obrador, entendió muy bien las reglas que le han permitido crecer dentro de Morena, y obtener la protección y el apoyo del presidente”, plantea en entrevista Nicolás Loza, profesor investigador de Flacso México, quien apunta que, en contraste, la ex secretaria Olga Sánchez Cordero tenía algo de brillo personal y un programa propio en materia de libertades individuales y de la mujer. “Eso siempre fue un tema de discordia o de distancia con el presidente”, recuerda Loza.

“Olga no era una operadora política”, agrega. “Es una mujer con ideas y con algunos proyectos interesantes, pero no tenía la capacidad estratégica, logística y operativa que se espera de un secretario de Gobernación. Por eso, al terminar la gubernatura de Adán en Tabasco, López Obrador vio en él una figura a su medida. Adán sabía muy bien qué esperaba el presidente de él y estaba dispuesto a jugar ese papel. De hecho, creo que gran parte de su talento reside, precisamente, en la manera en que ha sabido leer al presidente”.

Buena parte del papel de Adán Augusto era operar políticamente en ambas cámaras para sacar adelante varias reformas de gran importancia para el mandatario, como la reforma eléctrica, la reforma para que la Guardia Nacional pasara a tener mando militar o la polémica reforma electoral conocida como “plan B”. En ese papel, jugó un rol muy importante para el presidente, aunque esas reformas no consiguieron consenso con la oposición y luego tuvieron un camino tortuoso en la Suprema Corte.

“Jamás hubo un acercamiento de la Segob con la oposición, ni para la reforma eléctrica, ni para la electoral, ni para la de militarización. No hubo el intento de diálogo, ni siquiera una llamada telefónica”, señala Jorge Triana, diputado federal del PAN.

“En realidad, el papel de Adán Augusto era básicamente darle instrucciones al coordinador parlamentario de Morena para conseguir consensos, sí, pero solo con sus otros dos aliados, el Partido Verde y el Partido del Trabajo”, agrega el legislador, que subraya: “Adán era el verdadero coordinador parlamentario de Morena, tanto en Cámara de Diputados como en el Senado”.

Como resultado de esa falta de acuerdos, las reformas constitucionales se frustraron —salvo la de extender la presencia militar en las calles hasta 2028, que tuvo el apoyo del PRI—, y el presidente tuvo que “conformarse” con reformas legales, para las que Morena y sus aliados sí contaban con los votos necesarios.

Finalmente, algunas de estas reformas fueron tumbadas en la Corte por los ministros, al considerarlas inconstitucionales ya sea por su contenido o por su proceso legislativo.

Por ejemplo, en abril pasado, la Corte declaró inválida la reforma que transfería al Ejército el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional. Esto supuso un golpe para el Ejecutivo de López Obrador, que ha sostenido que el éxito de la nueva corporación depende de que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) la “moldee” con la “disciplina y la honestidad” de las fuerzas castrenses.

Y después, la Corte declaró inconstitucional la primera parte de la reforma electoral conocida como “plan B”.

“El balance desde el punto de vista legislativo es completamente negro. Adán Augusto es el responsable de los descalabros de los proyectos del presidente en la Suprema Corte”, enfatiza Triana.

No obstante, el académico Nicolás Loza plantea algo obvio: el resultado de ese balance en el Legislativo dependerá de la óptica de quien lo analice.

“O sea, no ser un secretario negociador, con un presidente que tampoco lo es, creo que, aunque suene paradójico, puede ser hasta un mérito del secretario respecto a su jefe. Tal vez no lo sea para el país, o para la posibilidad de sacar una reforma consensuada, pero es que tampoco parece que ese fuera el propósito de este gobierno que, con la reforma electoral, por ejemplo, dijo: ‘No vamos a negociar nada con la oposición, así se va a ir... y si no la aprueban, los exhibimos’”.

Sobre esto, el experto recuerda que públicamente el presidente se ha mostrado en contra de organismos autónomos como el INE o el INAI. Incluso, según denunció el extitular del INE, Lorenzo Córdova, Adán Augusto dio la orden a los legisladores de Morena y aliados “de destazar” al instituto.

“Claramente, a López Obrador no le gustan organismos como el INE, y por eso tampoco buscaba una reforma de consenso para fortalecerlos, o reformarlos, sino que más bien quería paralizarlos o destruirlos. Y ahí se muestra, a mi juicio, la capacidad del secretario de Gobernación para operar los deseos del presidente utilizando las reglas legislativas actuales, para hacer cambios legislativos más profundos de lo que se esperaría sin reformas de ningún tipo”, apunta Loza.

“Creo que Adán Augusto ha sido un político muy superior a Sánchez Cordero en lo que se espera de un secretario de Gobernación, que es que te detenga conflictos internos en el partido o que llegue a acuerdos en las cámaras. Y una de las últimas pruebas de su eficiencia fue cómo disciplinó a la bancada de Morena y a los partidos aliados para aprobar las reformas del presidente”, concluye.

“No dio la cara a las víctimas”

Uno de los temas más sensibles que estaban bajo responsabilidad de Adán Augsto López era el de atención a víctimas de violaciones a derechos humanos y la búsqueda de personas desaparecidas, mismas que ascienden en la actualidad a más de 110 mil en todo el país, siendo este uno de los asuntos más graves que el país lleva enfrentando desde años atrás.

Sin embargo, a diferencia de la ex secretaria Sánchez Cordero, que sí mantuvo reuniones con colectivos de desaparecidos, Adán Augusto no tuvo este tema entre los prioritarios.

Así lo señala Jacobo Dayán, activista y director del Centro Cultural Tlatelolco: “Olga, la verdad, hacía poco, pero estaba presente con las víctimas. Era parte de esta administración del horror, pero daba la cara. Cuando los colectivos llegaban a Palacio Nacional, ella los recibía, les hablaba, lo intentaba al menos. Sin embargo, cuando llega Adán Augusto, todo eso se acaba”.

“Adán pasó por la Segob para gestionar la política nacional, pero del tema de las víctimas, en general, se desentendió por completo. Por ejemplo, con la comisión de Ayotzinapa, un tema de tanta importancia para el país, tampoco fue un personaje de un peso relevante”, agrega el activista, que recalca: “Donde de verdad tuvo un papel muy activo fue en el Congreso y en promover su candidatura para la presidencia”.

“Ahí sí lo vimos muy activo, yendo a diputados, con los senadores, a promover reformas y planes a, b y c. Lo que hizo fue gestión política pura y dura, y participó muy poco o nada en las subsecretarías a su cargo”.

De hecho, para el activista, el paso de Adán Augusto por Segob en materia de derechos humanos y atención a víctimas se resume en el encuentro casual que tuvo el 3 de agosto de 2022 con un grupo de madres buscadoras.

Ese día, las mujeres protestaban a las afueras de Segob por la inoperancia de las autoridades mexicanas en la búsqueda y localización de personas desaparecidas. El entonces secretario se acercó a ellas para tratar de apaciguarlas, pero una de ellas, Araceli García, quien busca a su hija desde marzo de 2019, le increpó.

—Queremos un documento firmado y sellado, no nada más palabras.

—Yo le voy... a ver, señora, ¿usted confía en mí? —trató de calmarla Adán Augusto.

—La verdad, yo no confío en nadie —dijo la mujer.

—Bueno, pues yo tampoco confío en usted —respondió el secretario, desatando la indignación de las madres buscadoras.

No tuvo influencia en la política migratoria

Otro tema de gran importancia bajo responsabilidad directa de la Segob es la política migratoria del país. Sin embargo, tampoco ha estado entre las prioridades del político tabasqueño. De hecho, públicamente se deslindó de la política migratoria cuando, en una entrevista a raíz de la muerte de 40 migrantes en una estación en Ciudad Juárez del INM, que depende de Segob, dijo que ese tema era responsabilidad del canciller Marcelo Ebrard, su rival en la contienda interna de Morena.

“No hubo ninguna influencia de Adán en la política migratoria, ninguna”, subraya en entrevista Tonatiuh Guillén, ex comisionado del INM en el primer año de gobierno de López Obrador, quien también matiza que tampoco su antecesora, Sánchez Cordero, la tuvo desde que en junio de 2019 el gobierno de México, por conducto del entonces canciller Ebrard, llegó a una serie de acuerdos con la administración de Donald Trump para frenar la migración indocumentada a cambio de que México no fuera penalizado con aranceles.

Desde ese entonces, primero la Cancillería y luego las Fuerzas Armadas asumieron la nueva política migratoria, misma que dio un giro de 180 grados a menos de un año de iniciado el gobierno: se pasó de una política que se presumía como “de brazos abiertos” y respeto a las caravanas migrantes, a batir todos los récords de detenciones de personas sin documentos.

“Los arreglos de Marcelo Ebrard y de la Cancillería (con el gobierno de Trump) generaron, de facto, un desplazamiento de la Segob. Y cuando llegó Adán Augusto, este no peleó para que esa función regresara a la Segob”, concluye el ex comisionado del INM.

El relevo

El paisano del presidente renunció al cargo el pasado viernes 16 de junio, con una emotiva carta en la que, nuevamente, enfatizó su lealtad a López Obrador como su principal atributo.

Provisionalmente, ocupará el despacho el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, un hombre formado en la izquierda que, a diferencia de López, no tiene antecedentes priistas.

Otra diferencia entre ellos es que, mientras López se ganó el afecto de las Fuerzas Armadas al conseguirles las reformas que demandaban en el otoño de 2022, Encinas es un funcionario en el que los militares no confían. Sus investigaciones sobre el papel del Ejército en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa le granjearon enemigos en las filas castrenses, a grado tal, que Encinas es uno de los funcionarios del gobierno actual a quien espiaron interviniendo su teléfono con el malware Pegasus.

Encinas, quien cuenta con una amplia experiencia como legislador y constructor de acuerdos políticos —también, a diferencia de Adán Augusto—, ocupará la Segob solo provisionalmente, hasta que el presidente decida quién lo acompañará en ese cargo número dos del gobierno hasta el final del sexenio.

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