La política siempre ofrece nuevas oportunidades, una y otra vez nuestros políticos tienen la oportunidad de deshacer sus entuertos y mejorar las condiciones de nuestra sociedad, sin embargo, siempre parece que se empeñan en lo contrario.
Ayer terminó la 63 Legislatura en el Congreso del Estado, una legislatura que llegó repleta de esperanzas y que terminó atada de manos, superada por el Poder Ejecutivo y lastrada por sus problemas internos.
La mayoría le perteneció a Morena, lo que parecía indicar una fortaleza inequívoca y capaz de sacar adelante proyectos de Ley novedosos y positivos, pero no fue así, sus integrantes eran todo lo contrario.
Aunque podemos destacar a algunos de sus integrantes, la mayoría eran políticos sin experiencia en legislar, pero con una gran trayectoria en la bronca fácil y los dichos sin sustancia.
La 63 Legislatura nos quedó a deber porque despertó una enorme expectativa y al final entregó unos resultados, por lo menos, decepcionantes.
El problema es que antes de llegar, la bancada mayoritaria con los colores de Morena, ya enseñó el cobre, poniéndose a disposición del futuro Gobernador, lo que nos pone en la misma situación de la pasada Legislatura.
Los diputados deben entender que son un poder independiente, que están ahí para representar los intereses de porciones enteras del pueblo sinaloense, y que nadie, ni siquiera un Gobernador de su propio color puede someterlos.
Es cierto, no se trata de que desentierren el hacha de guerra y vivan en permanente confrontación, se trata de trabajar juntos, pero cada quien defendiendo su territorio legal, y siempre pensando en el beneficio de la ciudadanía.
Si abren la congeladora se darán cuenta que hay mucho trabajo por hacer, olvídense de las mentadas gestiones, que no están ahí para andar repartiendo limosna, están ahí para legislar.
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