Uno de los principales retos que enfrenta la actividad agropecuaria en México ha sido el de eficientar el manejo del agua, para que este insumo alcance para todos y su aprovechamiento sea constante.
Sin embargo, la modernización ha sido lenta y no ha llegado a todos con la misma celeridad que demandan los nuevos tiempos, en los que el clima, sobre todo, empieza a cobrar facturas.
Basta ver cuánto tiempo debió pasar para que el sur de Sinaloa pudiera tener acceso a canales de riego como se tuvieron en el centro y norte de la entidad, que hicieron de la región una de las zonas más competitivas y productivas del País.
La infraestructura hidroagrícola ya es prácticamente una realidad para toda la entidad, pero los pasos que siguen deben de ser más eficientes.
En los sistemas de riego tradicionales, es mucha el agua que se desperdicia por los métodos tradicionales de distribución del agua.
Y con los cambios de políticas públicas que se han implementado de un gobierno a otro, el acceso a financiamientos para tecnificar los riegos en parcelas se fue diluyendo dejando el beneficio solo para unos cuantos.
Algo parece estar cambiando en México y parece que para bien con las nuevas políticas de atención al campo.
El Gobierno federal ha puesto en marcha el programa México se Tecnifica, en el que se pretende alcanzar una mayor producción de alimentos con menos agua, eficientando los mecanismos de distribución de este recurso.
La primera fase ya está en marcha y dos módulos de riego en Sinaloa han sido tomados en cuenta para hacer cambios que permitan un uso más eficiente del agua: uno en Culiacán y otro en Los Mochis.
La idea, según las autoridades, es cubrir gran parte del País y hacer rendir más el agua disponible para las actividades agrícolas y también para consumo humano.
La inversión es importante, pero lo que más importa es que empiece esa transición en la que este recurso natural, que no es infinito, tenga una mayor garantía de disponibilidad para el bien de todos. Sólo hay que esperar que cumpla con su cometido.