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Narcotráfico

A 20 años de una muerte en domingo de Carnaval en Mazatlán, la de Ramón Arellano Félix

Considerado el líder más sanguinario del Cártel de Tijuana, fue abatido por agentes ministeriales en la Zona Dorada de Mazatlán en esa mañana dominical

No era un domingo cualquiera. Mazatlán se preparaba para el primer desfile de Carnaval, su fiesta por excelencia.

En el malecón, la gente llevaba acampando desde el viernes para garantizarse un espacio desde dónde ver los carros alegóricos y las comparsas, escuchar la música de banda, beber cerveza...

Ese 10 de febrero de 2002 en otro punto del área turística, en la Zona Dorada, la tranquilidad de la mañana dominical se rompió tras una persecución y enfrentamiento con dos personas muertas, un civil y un policía ministerial.

Sin saberse en ese momento, comenzaba la reconfiguración y la debacle de la familia criminal que lideró el narcotráfico en México durante los años 90: el Cártel de los Arellano Félix.

Ramón, “El Comandante Mon”, “El Gualín” o “Colores”, se había trasladado a Mazatlán acompañado por cinco de sus pistoleros con la misión de eliminar a uno de sus rivales: Ismael Zambada García, “El Mayo”, de acuerdo con la información proporcionada después por la Procuraduría General de la República.

Aquí se instalaron en un hotel de la Zona Dorada, desde donde se les veía salir en un “vocho” con frecuencia, presumiblemente para inspeccionar sitios en lo que pudiera moverse “El Mayo” y rutas de escape.

La movilidad del puerto ese día estaba comprometida desde el malecón hasta Olas Altas por el cierre de este paseo turístico por el desfile de Carnaval que sería por la tarde; desde la madrugada se habían cerrado parte de las avenidas, sobre todo la Del Mar, y se habían despejado de vehículos para el cortejo real y las comparsas.

Ramón y sus hombres abordaron el “vocho” blanco ese domingo por la mañana, salieron del estacionamiento del hotel y tomaron la calle Rodolfo T. Loiaza, hoy Playa Gaviotas, pero al avanzar unos metros fueron interceptados por agentes de la entonces Policía Ministerial del Estado que habían llegado al puerto para reforzar la vigilancia de la fiesta.

Al verse topados, descendieron del sedán portando sus armas, por lo que se inició una persecución a pie por las calles aledañas con intercambio de disparos.

Unos ingresaron a un hotel del sector mientras que Ramón, disparando a sus perseguidores, tomó la calle Bugambilias, una de las que da hacia la Avenida Camarón Sábalo, la principal de esa zona turística.

En el fuego cruzado cayeron el agente ministerial Antonio Arias y un civil al que se le encontró una credencial apócrifa de la entonces Procuraduría General de la República, a nombre de Jorge Pérez López.

Al ver que su compañero cayó muerto, otro de los gatilleros se retiró por la calle Bugambilias hacia la Avenida Camarón Sábalo, donde se enfrentó a balazos contra policías ministeriales que llegaron de refuerzo, y gravemente herido, fue llevado a un hospital particular, donde momentos después murió.

A esta persona también se le encontró una credencial apócrifa de la entonces PGR (hoy Fiscalía General de la República) a nombre de Héctor Solórzano, quien de acuerdo con autoridades, al momento en que escapaba mostró una actitud “relajada”, como que no le importaba morir.

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En el cuarto de un hotel de la Zona Dorada fueron capturados otros dos presuntos gatilleros de los hermanos Arellano Félix, quienes dijeron ser Manuel López López, de 26 años, con domicilio en Chulavista, California, de quien días después se supo que era presunto integrante de la famosa pandilla del Barrio Logan, de San Diego, cuna de los sicarios al servicio del Cártel de los Arellano Félix.

El otro detenido fue identificado como Marcos Assemat Hernández, ex agente de la entonces Policía Federal de Caminos.

También fue capturado un elemento activo de la entonces Policía Federal de Caminos de la base de La Cruz, Elota, que presuntamente acudió al llamado de su amigo Assemat Hernández para sacarlo de esa zona.

De acuerdo con lo que se informó en esa ocasión, los cadáveres que hasta ese momento estaban identificados como Jorge Pérez López y Héctor Solórzano, fueron reclamados por supuestos familiares y presentaron documentos falsos con domicilio en Guadalajara, Jalisco.

Días después la PGR, que en ese entonces estaba encabezada por el General Brigadier Rafael Macedo de la Concha, informó que los cadáveres fueron cremados y recogidos por familiares.

Aún no se sabía quién era en realidad uno de los fallecidos...


Ascenso y debacle del Cártel de los Arellano Félix

En la década de los 80 el narcotráfico en México estaba enfocado en la producción de mariguana y servía como trampolín para los cargamentos de cocaína que enviaban los cárteles colombianos a Estados Unidos.

Tras la caída de Rafael Caro Qunitero en 1985 en Costa de Rica, uno de los jefes del Cártel de Guadalajara, acusado del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y el piloto mexicano Alfredo Zavala Aguilar, comenzó una reconfiguración en la estructura de la mafia mexicana que se concretó hasta 1989, con el arresto de Miguel Ángel Félix Gallardo, alias “El Padrino”.

Este sinaloense repartió las plazas a las familias y personajes afines a su “modelo empresarial”.

Así, Tijuana quedó para los hermanos Arellano Félix; Chihuahua para Pablo Acosta, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes; Tamaulipas para Juan García Ábrego, y Sinaloa para Luis Héctor “El Güero” Palma Salazar y Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

La “pax narca” que había entre los cárteles se rompió a principios de los 90, cuando los jefes de plaza sin frontera comenzaron a incursionar en territorios controlados por los Arellano Félix, a quienes se negaban a pagarles derecho de piso por pasar sus drogas por Tijuana.

Así, las pugnas entre Tijuana, Ciudad Juárez y Sinaloa se hicieron más frecuentes a lo largo del territorio nacional.

En 1992 “El Chapo” Guzmán atacó a los Arellano Félix en una discoteca de Puerto Vallarta, de donde lograron escapar para planear una venganza que se les salió de las manos.


El objetivo, ‘El Chapo’; el muerto, el Cardenal

En mayo de 1993 Ramón se había trasladado hasta Guadalajara tras un pitazo de que “El Chapo” viajaría por avión, por lo que se planeó darle muerte en el aeropuerto.

Sin embargo, una confusión terminó con el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara, en el estacionamiento del aeropuerto de la capital jalisciense, cuando iba a recoger al Nuncio Apostólico en México, Girolamo Prigione.

Además del Cardenal Posadas Ocampo murieron otras seis personas en el ataque, pero Ramón Arellano Félix resultó ileso y escapó bajo el amparo de agentes de la extinta Policía Judicial Federal.

Francisco Rafael Arellano Félix, propietario de la discoteca Frankie Oh! en Mazatlán, fue detenido en 1993 y sentenciado a 10 años de prisión al ser encontrado culpable de delitos contra la salud, cohecho y portación ilegal de armas de fuego.

El 16 de marzo de 2006 fue extraditado a Estados Unidos y sentenciado a seis años de prisión el 15 de octubre de 2007 tras haberse declarado culpable de la venta de cocaína a un agente encubierto en 1980.

El 4 de marzo de 2008 las autoridades estadounidenses le otorgaron la libertad y lo repatriaron a través del puente internacional de Santa Fe, entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua.

Fue asesinado a balazos el 18 de octubre de 2013 por un hombre disfrazado de payaso, en una fiesta infantil en Los Cabos, Baja California Sur.

Tras la muerte de Ramón en 2002 había iniciado la debacle del Cártel de Tijuana, pues un mes después, el 9 de marzo, elementos del Ejército detuvieron en su residencia en Puebla a Benjamín Arellano Félix, el otro líder de dicha agrupación delictiva, junto con su lugarteniente Manuel Martínez González “La Mojarra”.

Benjamín fue sentenciado a 25 años de prisión.

El 14 de agosto de 2006 Francisco Javier Arellano Félix, “El Tigrillo”, fue detenido por elementos de la Guardia Costera de Estados Unidos cuando pescaba en el yate Dock Holliday, a 25 kilómetros frente a las costas de Baja California Sur, junto con sus más cercanos colaboradores: Arturo Villarreal Heredia “El Nalgón” y Marcos “El Cotorro” Fernández, jefe de gatilleros.

El sábado 25 de octubre de 2008, en un operativo de autoridades mexicanas, fue detenido en un lujoso fraccionamiento de Tijuana, Baja California, Eduardo Arellano Félix, “El Doctor”, tras encabezar él mismo una balacera para intentar repeler las acciones de los elementos que finalmente lo detuvieron.

Eduardo fue sentenciado el 18 de agosto de 2013 por una corte estadounidense, en San Diego, California, a 15 años de prisión por tráfico de drogas y lavado de dinero, de acuerdo con reportes periodísticos de esa ocasión.

Además, se le sentenció a pagar 50 millones de dólares en propiedades y al declararse culpable evitó una sentencia mayor por asociación delictuosa que lo vincularía con secuestros y homicidios.

En 2014 el mando del cártel ya estaba a manos de Enedina Arellano Félix cuando fue arrestado Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”, hijo de Alicia Arellano Félix, cuando veía un partido de la selección mexicana que participaba en el Mundial de Brasil.


Así lo cuenta Netflix

Las series de streaming El Chapo y Narcos México, de Netflix, muestran la muerte de Ramón Arellano en contextos muy distintos en el que sucedieron.

En la primera se observa cómo Ramón cae muerto mientras se realiza el desfile de Carnaval; la segunda muestra que es abatido por policías en una carretera con vista panorámica al mar. En ninguna de ellas se observa como fue: en la Zona Dorada de Mazatlán.

Las series aclaran que algunos hechos y personajes fueron cambiados.


Ramón Arellano Félix

Alias “El Comandante Mon”, “El Gualín” o “Colores”

Murió el 10 de febrero de 2002 en Mazatlán

Se le consideraba el gatillero más sanguinario del Cártel de Tijuana o Cártel de los Arellano Félix, dirigido por sus hermanos Francisco Rafael y Benjamín, ambos detenidos.

Francisco Rafael salió años después de la cárcel, pero fue asesinado.

Otros de sus hermanos, Francisco Javier y Eduardo, también fueron detenidos en años posteriores y aún están presos, al igual que Benjamín.

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