En Canadá, ante los embates de Donald Trump, ha habido una reacción muy nacionalista y de unidad, incluyendo a la oposición política, en torno a su gobierno, a pesar de que Justin Trudeau arrastraba previamente una impopularidad muy extendida en la ciudadanía. El pueblo canadiense por lo general es un pueblo respetuoso y tolerante, pero como muestra de rechazo a la Casa Blanca, abuchearon el himno de Estados Unidos en dos encuentros deportivos y han iniciado una campaña nacional para no comprar productos de sus vecinos y consumir lo hecho en Canadá.
En México, en cambio, la pobreza intelectual y política de sus opositores en las dirigencias del PAN, PRI y en algunos columnistas y moneros es tan grande, que ya celebraban la imposición de los aranceles trumpianos que hubiesen metido en un serio predicamento no tan sólo al gobierno de Claudia Sheinbaum sino al conjunto de la economía nacional. Festivos, echaban porras porque el hombre naranja quería imponer un arancel de 25 por ciento a los productos que se exportan de México. Pero no se les hizo y probablemente nunca se les haga porque la presión de empresarios, sobre todo de estados potencialmente más afectados, como Arizona, California, Nuevo México y Texas, así como de 40 legisladores y de la Gobernadora de Arizona, entre muchos otros, tienen la suficiente fuerza para detener la insensatez del magnate.
Lo peor para los xochitlovers y la misma candidata fracasada del PRIAN es que el conjunto de las cámaras empresariales mexicanas, quienes de alguna manera estuvieron electoralmente con ellos el pasado 2 de junio, respaldaron plenamente la postura de la doctora Sheinbaum ante Donald Trump. Y, todavía más revelador, es que en el resto del mundo reconocieron la enorme importancia que tuvo el hecho de que la presidenta mexicana hubiese logrado posponer la imposición arancelaria por un mes. Tan es así, que diarios conservadores como The Financial Times, de Inglaterra, The Wall Street Journal, de Estados Unidos, y alrededor de 200 más de otras partes del planeta resaltaron la postura de Claudia Sheinbaum, confirmando que en la actualidad es una de las líderes políticas más reconocidas en el escenario mundial.
En un mes, Trump y Sheinbaum van a volver a comunicarse y negociar los aranceles y las políticas migratorias y de seguridad entre los dos países. La presión del inquilino de la Casa Blanca será enorme, pero, por el tiempo propuesto por la Mandataria mexicana, se ve en ella la confianza de que se entregarán buenas cuentas en la lucha contra el tráfico de fentanilo y en la contención de la migración a Estados Unidos.
El Gobierno de México no tan sólo tendrá que destruir laboratorios y decomisar grandes cantidades de pastillas de fentanilo, sino capturar a cabezas importantes de los cárteles de las drogas. Numerosos comentaristas en los medios piensan que lo más importante es que la doctora Sheinbaum destituya y encarcele políticos mexicanos coludidos con las organizaciones criminales y quizá lo haga en algunos casos, pero suena a imposible que eso suceda con miembros relevantes de su propio partido en una coyuntura donde los necesita para que salga adelante la elección de los nuevos integrantes del Poder Judicial. Si lo hace, será en otro momento.
Entre los comentaristas mexicanos están divididas las opiniones en cuanto a qué es más importante para Trump: ¿la imposición de altos aranceles o la contención de la migración latinoamericana y del tráfico del fentanilo? Para una mayoría es el fentanilo y la lucha contra los cárteles de las drogas. Lo dudo, me inclino por decir que para un hombre que ve la política como una transacción comercial, los aranceles es lo más importante, aunque, ciertamente, es lo más difícil de imponer y sostener en un periodo prolongado debido a la competencia mundial. No obstante, el problema para la base electoral de Trump son los bajos salarios y la generación de empleos. La desindustrialización de Estados Unidos que se inició hace ya más de 40 años ha afectado profundamente a las clases asalariadas de Estados Unidos, quienes abandonaron al Partido Demócrata y se acercaron al trumpismo con la esperanza de que los regrese a los años dorados de los altos salarios y “Make America Great Again” (el lema propagandístico de mister Donald Trump), pero esa etapa parece imposible de recuperar. Las grandes empresas estadounidenses, destacadamente las automotrices y de alta tecnología, para seguir compitiendo mundialmente, sobre todo con China, necesitan que sus plantas sigan produciendo en México y Canadá; y Estados Unidos depende de otras manufacturas y productos alimenticios mexicanos y canadienses para surtir su mercado y mantener una baja inflación.
No obstante, Trump tiene la necesidad política de demostrar un férreo combate a los cárteles de la droga y no quitará el dedo del renglón hasta verlo seriamente debilitado. Además, es evidente que García Harfuch y Claudia Sheinbaum, así como los altos mandos militares mexicanos están convencidos que el crimen organizado ya no puede seguir siendo tolerado y lo están combatiendo.
A un mes en el poder y Trump ya ve en las calles la resistencia de decenas de miles de estadounidenses a sus políticas, incluyendo la de hijos de inmigrantes mexicanos.