Política sana, base de la salud pública. Cuén acudió a donde está el conflicto

OBSERVATORIO
    Para que la Secretaría de Salud cumpla el objetivo de darle un viraje a las políticas públicas en la materia que se habían estancado en la simulación y la insensibilidad será necesario que Cuén Ojeda afecte enormes vicios enquistados en el sector. Por lo pronto urge que cumpla la promesa de cancelar aquellas plazas laborales donde el parentesco, tráfico de influencias o pago de favores políticos han sustituido la capacidad, conocimiento y disposición al esfuerzo.

    A las muchas enfermedades que padece la salud pública en Sinaloa se le inyectó ayer una buena dosis de medicina política cuando en una intervención sin precedentes el Secretario Héctor Melesio Cuén Ojeda acudió ante los trabajadores del sector que se manifestaban en el Hospital de la Mujer, en Culiacán, para firmar ante ellos el compromiso de a partir de 2022 otorgarles las plazas de base que reclaman, haciéndolas realidad ya sea con recursos económicos federales o estatales.

    Aun tratándose de un analgésico indicado para los muchos malestares del Sistema Estatal de Salud, lo que importa es la actitud de evitar que los problemas crezcan y se conviertan en bolas de nieve que juntas constituyen el alud de negligencias. Nótese que a la inversa del modo viejo cuando se esperaba que los conflictos llegaran a Palacio de Gobierno, ahora son los funcionarios los que van a donde están las inconformidades. Es nada más un signo, únicamente una señal, que tendrá que fortalecerse mediante hechos posteriores en el mismo sentido.

    Pero, aunque este esquema fuera el apagafuegos coyuntural, ayuda a evidenciar la necesidad de un plan estructural, de largo alcance, que resulte del diagnóstico profundo de la salud pública que confirmará las graves dolencias del área y la atención urgente del Gobierno de Sinaloa para recuperar eficiencia, pertinencia, calidad y calidez. Bastaría con rascar un poco en la precariedad de los servicios de medicina social para que emerja la escasez de medicamentos indicados en enfermedades crónico-degenerativas, uno de los muchos focos de alerta que están encendidos a lo largo y ancho de Sinaloa.

    Cuén Ojeda, sin duda, está decidido a hacer un buen trabajo como Secretario de Salud del Gobierno del Estado y desde allí relanzar su carrera política. En esta prospección con miras al 2024 léanse su primera medida de implementar el gran operativo contra el mosco transmisor del dengue, vector que las autoridades sanitarias habían descuidado pese a representar la amenaza de una nueva pandemia por encima de la del SARS-CoV-2, y la decisión de acudir al campamento de los médicos y enfermeras a firmar sobre una hilera de unicel el pacto de basificaciones.

    En dicho acuerdo con el personal de Salud en situación de protesta se compromete a que “todo será en estricto apego a derecho y para evitar que se repitan irregularidades que dañen los derechos elementales de los trabajadores de contrato y que el proceso será público y transparente, ponderando ante todo la justicia”. Los otros dos compromisos consisten en mantener la mesa de diálogo y realizar la próxima semana la suspensión de pagos a los empleados irregulares.

    Sin embargo, para que la Secretaría de Salud cumpla el objetivo de darle un viraje a las políticas públicas en la materia que se habían estancado en la simulación y la insensibilidad será necesario que Cuén Ojeda afecte enormes vicios enquistados en el sector. Por lo pronto urge que cumpla la promesa de cancelar aquellas plazas laborales donde el parentesco, tráfico de influencias o pago de favores políticos han sustituido la capacidad, conocimiento y disposición al esfuerzo. ¿Sabe cuántos trabajadores se han beneficiado de estos métodos ilegítimos desde que en 2010 Arcelia Prado se perpetuó en la dirigencia de la sección 44 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud?

    Entonces los hospitales, centros de salud, caravanas médicas y todo lo que constituye la dependencia lucen infectados de ese virus que enferma a la salud pública. Médicos, enfermeras y demás personal que cobra sin trabajar porque se benefician de las prebendas dadas por políticos, servidores públicos y líderes sindicales. Sólo con los antibióticos de la supervisión, la reglamentación y la responsabilidad podrán sanar tales achaques.

    Muchos retos. Por ejemplo, el equipamiento en Culiacán de los hospitales General y Pediátrico, así como el Centro de Salud, demandan la inagotable gestoría ante el Gobierno Federal que evite que esta infraestructura de atención médica esté hueca o sea rellenada con equipo o tecnología desfasada. La modernización (transformación, según el argot político vigente) debe ir más allá de fachadas apantallantes; antes que eso tiene que ver con servicios de vanguardia.

    Todo esto se puede lograr a partir de la voluntad que el Gobernador Rubén Rocha Moya y el Secretario Héctor Melesio Cuén Ojeda le pongan al área que es prioridad de Estado. Los ciudadanos lo reclaman, lo merecen y es de justicia social que Sinaloa cuente con medicina de gran nivel, de alta especialidad, depurada de abusos, fingimientos y visiones miopes que se han consumado con un alto costo para el bienestar colectivo. Por tales razones, si algún vigorizante político hay que suministrarle a la salud pública que sea el de la coordinación entre todos los actores y factores, al margen de distintivos partidistas.

    Reverso

    Entiendan los reformadores,

    Que ya no sirve aquel viejo rito,

    De salud social sin dolores,

    Por recetarle un mejoralito.

    Operación contraveneno

    Asumiendo que los síntomas de la crisis gubernativa en Mazatlán sean como los del coronavirus y tardan hasta 14 días en sanar, este día el Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres estaría aceptando un arreglo que permita llevar la fiesta en paz tanto con el Movimiento Regeneración Nacional como con el Partido Sinaloense. Excepto que recaiga en sus ataques autoritarios, deberá respetar la orden “tersa” de estabilizar la nave mazatleca y reparar las abolladuras propias de navegar dos semanas en mar picado. Y una sugerencia: si en verdad es un buen químico debiera hacerse una prueba de laboratorio para saber si quedó vulnerable o generó suficientes anticuerpos políticos.

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