Trump quiere a los marines en México

    Aunque lentamente y con miles de obstáculos, el gobierno de la doctora Sheinbaum tendrá que enfrentar, hasta donde le alcancen sus posibilidades políticas, policiales y legales, al crimen organizado mexicano, el cual, ciertamente, goza de un poderío enorme que no podrá ser radicalmente debilitado, y mucho menos exterminado, en este sexenio.

    Trump quiere meter sus tropas a México para combatir a los cárteles de la droga porque, dice él, el Gobierno mexicano tiene miedo de hacerlo. Claudia Sheinbaum se opone rotundamente a que ese escenario llegue a ser una realidad por muchas razones. La inmediata y principal es que, de aceptarlo, quedaría en manos de Donald Trump. Pero, además, si la Presidenta de México aceptase que entrasen los marines a nuestro territorio, pasaría la historia como una entreguista y sería inscrita en la historia negra de nuestra Nación al lado de Santa Anna, y quienes más se lo reclamarían serían justamente aquellos que, desde la política opositora y la opinión mediática, critican cada una de sus decisiones.

    En realidad, los partidos de Oposición, los intelectuales de derecha, opinólogos, numerosos empresarios, y probablemente varios millones de mexicanos desafectos a Morena, estarían felices de que el US Army pisara nuestro suelo, y brincarían de gusto si eso se concretase porque sería el fin de los gobiernos de la 4T.

    Por el tono de las frecuentes declaraciones de altos funcionarios y militares del Gobierno de Estados Unidos, empezando por las del mismísimo Donald Trump, pareciera que están decididos a hacerlo y sólo esperarían las circunstancias políticas más favorables para intervenir, al menos mediante una acción relámpago de corte propagandístico para que el Gobierno de México se de cuenta que Trump y los halcones de Estados Unidos están hablando en serio. Y, si no es así, esa presión la están utilizando, no tan sólo como propaganda para levantar la cada vez más alicaída imagen de Trump y el Partido Republicano ante los ciudadanos de su país, sino también como un arma de política comercial que someta a México.

    La amenaza militar le sirvió a Trump para negociar con el gobierno de Panamá condiciones mucho más favorables para utilizar el canal. Los barcos estadounidenses ya no pagarán tarifas para su uso y se ahorrarán cientos de millones de dólares anuales.

    ¿Trump lo que busca con una supuesta intervención militar sólo es negociar más ventajosamente los acuerdos comerciales o también está realmente preocupado por el tráfico de drogas hacia su país y el poder territorial que tiene el crimen organizado en México?

    La presión de influyentes medios de comunicación y de amplios sectores de la sociedad estadounidense por el tráfico de drogas y su masivo consumo, particularmente del fentanilo, es visible, así que las presiones de Trump sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum obedecen a una real necesidad política de la Casa Blanca.

    A juicio de analistas críticos de la 4T, bastaría que el Gobierno de México entregase una lista de políticos involucrados con el crimen organizado y estuviese de acuerdo en su detención, incluso en su extradición, para que el hombre naranja y sus halcones dejaran de hablar de una “ayuda” militar y bajaran la presión sobre Claudia Sheinbaum. Sin embargo, esto es tan complejo como aceptar una intervención militar.

    Si vemos el poderío de los cárteles de la droga en estados del sur, como del centro y del norte del País, es muy posible que eso se correlacione con su presencia en cientos de gobiernos municipales, en varios gobiernos estatales y muy probablemente en nichos de los tres poderes federales y que, además, militantes de todos los partidos políticos estén de alguna manera involucrados.

    Entregar al Gobierno de Estados Unidos una lista de políticos, jefes policiales y militares, e incluso de empresarios, ligados al crimen organizado, provocaría una incontrolable crisis nacional no tan sólo al gobierno de Claudia Sheinbaum sino al conjunto de la clase política mexicana, así que no sería una acción soberana ni operativamente viable.

    Aunque lentamente y con miles de obstáculos, el gobierno de la doctora Sheinbaum tendrá que enfrentar, hasta donde le alcancen sus posibilidades políticas, policiales y legales, al crimen organizado mexicano, el cual, ciertamente, goza de un poderío enorme que no podrá ser radicalmente debilitado, y mucho menos exterminado, en este sexenio. Lo viable es la pulverización de los dos principales cárteles, lo cual no sería necesariamente el mejor resultado porque este hecho suele derivar hacia nuevas disputas entre grupos fragmentados.

    En efecto, enfrentar a un crimen organizado de las dimensiones del mexicano parece un laberinto inacabable.

    Posdata

    Claudia Sheinbaum está haciendo un gran esfuerzo por reencauzar a Morena hacia los principios que suscribieron sus militantes al momento de su fundación. Les dijo el domingo pasado:

    “El gobierno de la República cumple sus tareas para la transformación del País, y el partido cumple las suyas. Para ello, nuestro partido debe fortalecerse sin caer en corporativismos. La organización es para la transformación. La fuerza de Morena es la organización desde abajo, sus comités de base, su contacto permanente con el pueblo, como lo sabemos hacer: casa por casa, entregando el periódico Regeneración (...) los militantes deben conducirse con honestidad, humildad y sencillez” (...) “La parafernalia del poder es del pasado de corrupción y privilegios, no de Morena. No caigamos nunca en la frivolidad, en el consumismo y la ambición por el poder y el dinero”.

    Pues, enfrente, tiene una tarea titánica.