Va x México sí va

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    La Oposición se dio cuenta que no podían pasar más días sin aparecer en los medios tradicionales y en las distintas plataformas digitales en las que, desde el 16 de junio las corcholatas han ocupado todos los espacios de discusión pública. Por fin rompieron el monopolio de la comunicación establecido por el Presidente y a los que él designó como aspirantes.

    Dieron el paso y lo dieron bien. Va por México sí va. A los madrugadores los madrugaron.

    La Oposición supo leer la realidad: si la Oposición no va unida, la posibilidad de ganar la elección de 2024 disminuye drásticamente. Enfrentar una elección de Estado como la que ya se perfila sin la unidad del resto de las fuerzas políticas parece una tarea imposible.

    La Oposición hizo bien las cuentas y se metió en zona de competencia.

    La Oposición se dio cuenta que no podían pasar más días sin aparecer en los medios tradicionales y en las distintas plataformas digitales en las que, desde el 16 de junio las corcholatas han ocupado todos los espacios de discusión pública. Por fin rompieron el monopolio de la comunicación establecido por el Presidente y a los que él designó como aspirantes.

    La Oposición sorteó las dificultades para alcanzar un método consensuado en el que cada uno tuvo que ceder algo para mantener la unidad, incluidos los aspirantes. Se dice fácil, pero los liderazgos partidarios y sus burocracias tuvieron que tejer fino. Todos mostraron apertura.

    La Oposición cumplió su promesa de incorporar a parte de la sociedad civil organizada en el proceso de selección a través del Comité del Organizador conformado por siete representantes ciudadanos y seis representantes de partido, además de un Observatorio Ciudadano integrado por 15 personas ajenas a los partidos encargados de vigilar el proceso.

    La Oposición cuidó la legalidad. Encontrar el camino no fue fácil. Primero enfrentaron el dilema de mimetizarse con Morena y apartarse sin decoro, como ellos, de la legalidad. No cedieron a la tentación. Después pudieron haberse acogido a los muy permisivos acuerdos del INE en los que Morena podía hacer precampaña siempre y cuando las corcholatas no llamaran al voto y “no dieran a conocer propuestas relacionadas con alguna aspiración de carácter electoral”. Tampoco les satisfizo esta opción. Encontraron la propia, plasmada en la Ley General de Partidos Políticos, que establece que “los partidos políticos podrán constituir frentes, para alcanzar objetivos políticos y sociales compartidos de índole no electoral, mediante acciones y estrategias específicas y comunes” (arts. 85 y 86). De ahí que la voluntad de ir juntos con esta figura haya sido denominada Frente Amplio por México. No me engaño, también esta figura -Responsable de la Construcción del Frente Amplio por México- se presta para posicionar a quien eventualmente será el candidato(a) a la presidencia por parte de lo que será la coalición Va por México.

    Si la legislación mexicana contemplara la segunda vuelta, todo este proceso no habría sido necesario. Cada quien hubiese ido por su lado y después se habrían hecho las negociaciones para hacer dos grandes coaliciones que definieran en una segunda vuelta al ganador.

    Sobre todo, por fin dieron la señal de que, como muchos hemos sostenido, la moneda del 2024 está en el aire. Que la elección presidencial, la de las cámaras y las de los gobiernos estatales no están definidas.

    Todo esto me parece una buena noticia porque el electorado merece poder optar, al menos, por dos proyectos y la esperanza de que su voto haga la diferencia en lugar de que se fije la idea de que no vale la pena ir a votar porque el asunto ya se terminó, ya quedó cerrado. O, como dijo hace unos días Héctor Aguilar Camín, la tesis de que esté arroz ya se coció.

    Ahora, para ser realistas tenemos que estar conscientes de que la Oposición no se puede dormir en sus laureles. El anuncio del lunes es solo el primer paso. Tiene una fecha de inicio, el 4 de julio, y una de término, el 3 de septiembre. Pero no mucho más. Faltan muchos detalles y, a diferencia de lo que ocurre en Morena, en el Frente Amplio por México no hay un gran elector ni un solo hombre que lleve las riendas. Hay tres “jefes”, las candidaturas no se reducen a las que decidió el mandamás, hay debates y una participación ciudadana que estará dispuesta a vigilar el proceso y que no se arredrará frente a posibles irregularidades o ilegalidades. La negociación tendrá que ser permanente o el Frente y la futura coalición acabarán por romperse.

    Por cierto, falta una pieza que se llama Movimiento Ciudadano. No concuerdo, aunque respeto la decisión de competir en solitario. De mantenerse en su decisión no sé a quién le quitaría más votos, a JHH o a Va por México. Pero pienso que hay momentos en que es necesario definirse y que el tripartidismo no es la mejor opción. Conozco el proyecto que MC ha lanzado -México Colectivo- y francamente veo más coincidencias con los planteamientos de Va por México que con los de la “profundización” de la 4T. Dante Delgado ha anunciado que no será sino hasta diciembre que MC decida a su candidato. Hay tiempo para que Va por México haga el mismo tejido fino que hizo para concretar el Frente Amplio. Ojalá logren un acuerdo ante una elección que promete ser muy cerrada.

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