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"ENTREVISTA INÉDITA"

"Así era 'Poncho' Zaragoza, el impulsor de 'los MZ'"

"Esta es la historia, la vida, de Alfonso Zaragoza Moreno, pionero del comercio, dueño de la que fuera una de las cadenas de tiendas de supermercados emblemáticas en Sinaloa y el país. Y que partió ayer, a los 85 años..."

Primera de tres partes

Entre álbumes fotográficos, cuadros y diplomas que cuelgan de las paredes de su oficina, objetos, esculturas, don Alfonso Zaragoza Moreno nos abre la “bodega” de su vida.

Generoso, nos relata instantes a través de fotos, documentos. Comparte momentos íntimos, como el acta amarillenta de matrimonio de sus abuelos, el español Gaspar Zaragoza y una señorita de Guaymas, Sonora, Matilde Maytorena, del 6 de enero de 1897.

“Es una cosa muy bonita. ¡Vea qué maravilla, léela!”, le dice el reportero. En este testimonio, que es un “tesoro” para don Alfonso, comenzó la historia de la familia Zaragoza, de Culiacán, que creó unas de las empresas más queridas y entrañables: los supermercados Zaragoza. Los “MZ”, que en sus años de gloria dieron sustento a 3 mil 500 familias.

De esa unión de Gaspar y Matilde nacería don Alfonso Zaragoza Maytorena, su padre.

Es un miércoles al mediodía, del 24 de mayo de 2006. Estamos en las oficinas de “Poncho”, como lo conoce “todo mundo”, ubicadas en la parte alta del edificio corporativo de las calles Rafael Buelna y Domingo Rubí, en el centro de la ciudad.

El contacto para la charla –hasta ahora inédita-- es don Rafael Morgan Ríos, por esos días contador del grupo, y “brazo derecho” del empresario.

Este hombre, heredero de una familia pionera del comercio, nos cuenta la historia, el origen, con bromas. Por momentos lo asalta el “pinche alemán”, como él llama a los lapsus de olvido, y echa gritos a su asistente, Beatriz, para precisarnos fechas, datos.

Y remover recuerdos, desde los trozos de la infancia.

Fallece el visionario empresario don Alfonso Zaragoza Moreno

 

Infancia y destino

Alfonso Zaragoza Moreno nació un 24 de marzo de 1933, en Guaymas. Al momento de la conversación tiene “70 años y un piquito”. Ese “piquito”, los tres años que él no cuenta, “a nadie le deben importar”, nos menciona entre risas.

Lo que llegaría a ser un emporio de supermercados en Sinaloa lo inició su padre, Alfonso Zaragoza Maytorena, quien instaló su primera tienda en el puerto de Guaymas. En los años 40 se trasladó a Culiacán, para fundar aquí los “Almacenes Zaragoza”.

- ¿Qué es para usted el comercio?

- Para mí el comercio es la razón de mi trabajo, ahorita. De eso vivivimos, vivimos muchas gentes. Esto lo comenzó mi padre, abrió la primera tienda el primero de diciembre de 1943, cuando llegamos a vivir aquí.

Yo tenía 10 años y llegué de interno del Colegio Cervantes. En febrero del 44 llegó mi mamá y ya me salí de interno.

- ¿Cómo fue su niñez? Cuénteme hasta las travesuras...

- Bueno, quieres que te cuente mucho, como cuando “me huí” por el Desierto de Altar de Sonora. (Risas). Mi niñez, creo fue muy bonita. Nos íbamos a jugar cuando salíamos de la escuela, al Hospicio, donde está hoy el Palacio Municipal. Ahí jugábamos beisbol. Ahí pasé mucho tiempo jugando con el “Chato” Tarriba, el “Lalo” Delgado. Mi mamá era muy estricta, muy dura (risas). Y me daba unas “cuerizas”. “Una-dos-tres-cuatro-cinco-diez, como la de ayer”. Agarraba un cinto y lo doblaba. Y “una-dos-tres-diez, por la de hoy”. Y luego otra vez, “una-dos-tres”. "¿Y esas por qué?", le preguntaba. "Por las que vas a hacer mañana", me decía.

-¿No le pedía permiso?

- Pero no estaba ella. Y era una costumbre irse a jugar ahí (en el lugar donde ahora se encuentra el Palacio Municipal).

Don Alfonso tuvo tres hermanos: Matilde, Lourdes (esposa del ex Gobernador Fortunato Álvarez), y Marcos, “El Pato”. “Fuimos cuatro. Veníamos bastante separados. Yo fui el mayor de los hombres”, relata.

-¿Desde chico le gustó el beisbol?

- Sí, porque yo venía de Guaymas, que es muy beisbolero. Inclusive a mi papá le tocó hacer el estadio de beisbol de Culiacán, y luego se creó la primera Liga de la Costa del Pacífico con equipos de Mazatlán, Culiacán, Guaymas y Hermosillo.

Por cierto ese fue el primer problema que tuvo Almacenes Zaragoza con el Gobierno, porque el General Pablo Macías Valenzuela (Gobernador de 1945 a 1950) quería que el estadio fuera del Gobierno del Estado. Y mi papá le dijo "no".

- ¿Y en qué quedó el asunto?

- Es de Culiacán el estadio.

 

Inicia la aventura

El primer “MZ” estuvo ubicado en la calle Ángel Flores, en pleno centro, donde hoy está una tienda Coppel. En los años 40 del siglo 20, las mercancías entraban por ferrocarril, y más atrás, “por el mar”. Como por el mar llegó el español Gaspar, su abuelo, por el puerto de Mazatlán. Y a quien, por cierto, no dejaron desembarcar, por la peste amarilla, en el año 1883. En esa embarcación venía, precisamente, la soprano de fama mundial Ángela Peralta. Eso originó que el destino de los Zaragoza iniciara en Guaymas, donde el pequeño “Poncho” creció yendo a pescar marlin y pez vela.

“Recuerdo que de jovencito nos llevaban a la pesca de todo eso”, evoca.

La habilidad por el comercio de Alfonso Zaragoza Maytorena abrió las puertas a la expansión. Para 1954, se levantaba el edificio de Buelna y Rubí, que por seis décadas ocupó el corporativo, que llegó a sumar 75 eslabones, hasta su extinción en el año 2017, ya con don “Poncho” retirado.

“Aquí era para cosas de poco volumen; abajo estaba el mostrador, el departamento de menudencias, para vender no por cartón, por mayoreo”.

- ¿Qué se vendía más en aquellos años?

- Eran comestibles. Vendíamos al mayoreo. A gente de Navolato, Eldorado, Costa Rica. Para todos los abarroteros, de los pueblos más pequeños.

- ¿A qué edad se incorporó usted a los supermercados?

- A los 21 años.

- ¿Ya titulado, con una carrera?

- No, yo me vine a Culiacán (estudiando en el Tec de Monterrey), porque me lastimaron en el futbol americano. Me recomendó el doctor que ya no jugara. Yo ya andaba de novio con Alma Schiller Astorga, la alemana. Me vine y empecé a trabajar en la Pepsicola.

Don “Poncho” terminó la primaria en el Colegio Cervantes. Parte de la secundaria la realizó en una escuela militarizada, el Colegio Ignacio Zaragoza de Puebla. En este lapso, es cuando se escapó, con otros compañeros. “De ahí 'me huí'”, dice entre pícaras risas. Durmieron en el río de Santa Ana, y se fueron “rancheando” de raites, hasta Caborca, Sonora, con miras a llegar a Los Ángeles, California.

- Entonces usted era muy vago...

- No, era corajudo (carcajada).

Tras este episodio, su padre lo castigó y ordenó que se quedara en la escuela y “no le dieran semanario” (dinero). En Los Ángeles estudió la preparatoria. Ya para entonces jugaba basquetbol, practicaba el atletismo.

- Muy deportista entonces...

- Sí. Siempre fui un poco ancho, la familia fue ancha de espaldas. Nos íbamos mucho a la playa Miramar en los veranos, corríamos mucho jugando pelota. Eso me dio mucha fortaleza.

Su destreza en los deportes le abrió la oportunidad de una beca en los Estados Unidos, la cual “Poncho” rechazó, porque “casi no hablaba inglés”. Le avergonzaba no entender el idioma.

- ¿Aparte de los deportes, cuál es su música favorita?

- De todo un poco. Me gusta la música clásica. Todo, un poquito. Tchaikovsky, Alberto Cortés, Vivaldi.

De sus amigos de juventud, recuerda con afecto a Enrique Murillo y Manuel “Maquío” Clouthier, quienes llegarían a ser importantes empresarios sinaloeses.

Con ellos dos estrechó lazos en Monterrey. En el Tec, Alfonso Zaragoza Moreno realizaba un entrenamiento especial en Administración, cursando materias de Contabilidad, Derecho Mercantil, con el objetivo de prepararse y tomar las riendas de los Almacenes Zaragoza.

“Yo tomaba en el Tec las materias que a mí se me antojaran, sabía que no iba a terminar, yo ya andaba muy de novio”, recuerda.

El 23 de abril de 1957 comenzaría otro episodio de su vida, al contraer nupcias con Alma Schiller Astorga, a quien de cariño llama “la alemana” y con quien inició una historia de amor, que duró más de seis décadas. Y que culminó ayer, con su partida, a los 85 años.

 

Herencia

Del baúl de los recuerdos don “Poncho” saca un poema dedicado a su padre, escrito en 1997. En éste lo describe como un “roble firme”, un “señorón”, por su trato humilde, sencillo, que da calidad y respeto al prójimo.

De su progenitor, presume también una larga colección de diplomas, reconocimientos, medallas. La obra social y humana. Y es que Alfonso Zaragoza Maytorena, al lado de Matilde Consuelo Moreno, “Doña Maty”, fueron pilares de la filantropía y labor social en Sinaloa.

“Él hizo el estadio. Ellos organizaron los maratones, hicieron la Cruz Roja. Mi padre hizo la preparatoria que está a un lado del Estadio Universitario. El Centro Dermatológico (el Leprosario). Junto con Maquío, juntaron dinero para crear el Tec de Monterrey también”.

- ¿Cuál es la enseñanza más grande que le dejó su padre?

- Su ética. La honestidad.

- ¿Cómo aplica esa honestidad, esa rectitud en los negocios?

- Era muy recto mi papá. Yo trato de imitarlo, no tengo los dotes que tenía él. Eso le viene de cuna. La madre de él siempre estuvo muy pendiente de un Asilo de Ancianos en Guaymas, del Hospital Civil.

Y eso fue lo que mis padres nos heredaron, la honestidad.

 

 

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