"Expresiones de la Ciudad: A qué santos se atuvo la Santos"
Había pensado decir, parafraseando a José Alfredo, que se me acabó la fuerza de la mano izquierda; pero ante los acontecimientos de las últimas semanas, pensé que no nada más tenía debilitada la izquierda, sino además la derecha, los dos pies y córrele porque te pego. Sin embargo, caí en la conclusión de que nada, para qué poner en juego las extremidades, si al final de cuentas se trata del PRI y toda la falacia que le acompaña, más escándalos de corrupción y lo que quieras acumular, tanto en infinidad de prácticas de gobierno -cuando lo tienen- como en las campañas y la designación de candidatos.
Con esto quiero decir, y digo, que varios dignos integrantes de la comunidad cultural de la capital sinaloense, quedaron en shock luego de enterarse que ese partido nombró a Leticia Santos como candidata suplente de Sandra Lara Díaz, que va tras el puesto de Síndico procuradora, esto es, doña Leticia haciéndole la ronda, de forma oficial, al sonriente y saludador Jesús Valdés, quien de nuevo anda tirando rostro para atraer votos que lo lleven por un segundo round a la silla presidencial.
El asunto podría pasar por la lupa tras ojeadas diversas, y la que destaca es de dónde, cómo fue, a qué santos se atuvo la Santos para colarse en las boletas electorales, dado su triste y desastroso paso como titular del Instituto Municipal de Cultura Culiacán, donde, prácticamente desde el primer día como directora (“No me gusta trabajar con mujeres”, fue lo que dijo en su presentación) se ganó un ramillete de antipatías, que luego aumentarían al enfrentarse con bailarines, teatreros y musiqueros, por su afán de desaparecer las escuelas institucionales, en esos rubros, que desde hace años operan bajo el seno del ayuntamiento. Que ella pretendía formar artistas completos, integrales, con tal altura que pudieran hacer audiciones en Broadway, fue lo que dijo.
Luego se añadirían decisiones que muchos tildaron como aberrantes, tal fue el caso de poner a disposición a Reyna Elena López, jefa de prensa, asunto que provocó enojos de tal envergadura que un grupo de artistas, como Isaura Lizárraga y Martha Romero, se pusieron a juntar firmas en un restaurante para que el entonces presidente Jesús Valdés le dijera ya estuvo, o vas con tu mamá para que te cambie por otra; o te me sales del Instituto, pero si a la velocidad de la luz. Pero Valdés no hizo ni lo uno ni lo otro, excepto escuchar y charlar con los inconformes. Gracias a Dios, o a quien sea, la intervención de la directora de Comunicación, Velina Medina Ochoa, logró que Reyna Elena no fuera despedida, como era la intención.
Otro paso por la lupa indica que pues qué bueno, fantástico que Leticia Santos ya no esté más al frente de Cultura Culiacán. Lo penoso, dijeron otros, es que hayan dejado de encargado a Jorge Escalante, no tanto por su personalidad como tal, sino porque la familia cultural sigue detestando todo lo que huela a María Luisa Miranda Monreal, la mujer que intentó dirigir al ISIC repartiendo abrazos y bendiciones, a diestra y siniestra, organismo que desde 2017 empezó a ver la luz de nuevo, con Papik Ramírez como director. Que Leticia ya no está, excelente (comentan); el miedo es a que regrese (vuelven a comentar), con eso de que se codea de nuevo con Chuy Valdés en la contienda.
Pobre santo al que le rezó, que ha de ser muy ingenuo el carajo; aunque ese venerable tiene santo y seña, por las cercanías de Leticia con la familia Valdés Palazuelos. Sin embargo, las inconformidades se pagan en las urnas. Y por donde caiga. Y punto.
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