"Expresiones de la ciudad: Gordon, sospechoso por definición"

Pensar en Gordon Campbell y concluir sin remedio que todo sobreviviente es sospechoso por definición. El buen maestro, el apacible director de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSA), sacando a flote el rostro al final de un sexenio que no lo quería en su barca.
Es cuando se reflexiona en los artilugios que le sirvieron de socorro para no ahogarse desde la turbulencia de las primeras aguas, por aquellos días en que no sólo a él se le menospreciaba, pues la existencia de la propia OSSLA estuvo en juego por varios meses.
Aquí se recuerda la ocasión en que la aún ministra de cultura, María Luisa Miranda Monreal, fue expuesta al escarnio público, a nivel nacional, por la pluma de un reconocido y respetado crítico de música. La hicieron ver como una afanadora con suerte, como un conserje a quien le cayó del cielo la titularidad del Instituto Sinaloense de Cultura (Isic).

Y los posibles involucrados, como San Pedro a Cristo, se declararon inocentes. Tres veces lo negaron. Y sin embargo sonreían con avidez, de una forma similar a la de un escualo hambriento.

Y no fue que se quisiera saber para defender a la ministra. Todo era morbo, pues en realidad la señora Miranda era casi indefendible.

Pero el tiempo moldeó las máscaras con el maquillaje del olvido. Pétreas máscaras de cemento, con sonrisas pintadas y guiños entreverados.

Sólo así pudieron devenir los encuentros entre la ministra y Gordon Campbell, entre la OSSLA y el espíritu macilento del Isic. Máscaras de por medio.

Porque a ella no se le han dejado de lanzar piedras cada vez que da la espalda. Y se ha formado un montículo considerable para cuando deje la dirección del Isic, a la vuelta de la esquina.

Porque de él se sigue diciendo que lo alcanzó la edad, que sería menester la jubilación, su retiro digno al frente de la OSSLA.
En mientras tanto, llegó la fiesta de 15 años de la OSSLA. Y a Miranda y Gordon se les ha visto desbordados en el festejo, ella presumiendo a la OSSLA en la Ciudad de México; él, levantando la batuta desde el último tramo del Titanic sexenal.

La OSSLA, una quinceañera que arriba a su agasajo cual enferma de progeria, el padecimiento que provoca un envejecimiento brusco y prematuro.

Y no es su muerte lo que se esperaría, sino el restablecimiento -o reingeniería- con la amanecida de las políticas culturales que sobrevendrán a partir de enero de 2017.

Pero nunca las luces de la OSSLA serán las que tuvo en las horas grandes de Ronaldo González Valdez, cuando la fiesta era grande porque los sueños eran igual de grandes, al amparo de un gobierno estatal lúcido.
Ello, si es que se tienen planes habida la crisis financiera.

Y, claro: eso tendría que hacerle valer un halago para consumo solaz de la ministra; un halago, al menos, porque sostuvo a la OSSLA pese al huracán de la crisis política de su gobierno, aunque se entendería que fue una crisis de su propio desasosiego.
No se tendían planes concisos, con respecto al futuro de la OSSLA, al principio de la gestión de Miranda, pero la trifulca generada por las dudas  la hizo sobrevivir, un oxígeno que alcanzó al propio maestro Gordon Campbell.

Hubo crisis política y salió adelante; hay crisis financiera, habrá que ver por donde empezaría la tijera, que de algún modo se va a reflejar en el cuerpo y alma del Isic de Quirino Ordaz.

Por lo pronto, y sin que importen las máscaras de cemento y las sonrisas impávidas de quienes las portan, pues parabienes para la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Ares.

Y aun para Gordon Campbell, el sobreviviente sospechoso por definición. Y punto.

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