"EXPRESIONES DE LA CIUDAD: La Traviatta del Panteón San Juan"
Tu padre no te olvida, observé que decía el epígrafe de aquella lápida ruinosa, deslavada y pequeña, perdida entre las tumbas que la excedían por mucho, casi con soberbia. La primera vez que la tuve de frente me cubrí de asombro, incrédulo por el hecho de que en Culiacán estuviera sepultada una mujer con el mismo nombre del personaje de La Dama de las camelias, de Alejandro Dumas hijo, novela que yo me sabía desde jovencito y que tiempo después la vería en ópera, como La Traviatta.
En el Panteón San Juan, de Culiacán, había una tumba a nombre de Margarita Gautier, como el personaje de La Dama de las Camelias.
Margarita Gautier: así se llamaba en la tumba, como en la ficción de Dumas; y lo anoto en pretérito porque hace dos años fui a buscarla al Panteón San Juan, y del sepulcro no quedaba una señal.
Puede resultar paradójico, pero parte de la vida de una ciudad se encuentra en los cementerios, que reconozco cuando visito otros lugares. Es como cuando entras a El Escorial o Panteón de los Reyes de España, donde cada inscripción te remite a pasajes de esa historia del mundo que has venido leyendo desde niño. Cuando descubro mausoleos muy antiguos, como los que se hallan en Tabalá, poblado cercano a Culiacán, hago un alto y los miro con una curiosidad tremenda, como si deseara que un acto de magia revelara todo el misterio de sus moradores, saber quiénes eran y qué hacían.
Y con ese mirar de inquisidor escudriñé cada centímetro de la lápida de nuestra Margarita Gautier, y me provocó desconsuelo su soledad de años, a pesar de aquello de que Tu padre no te olvida.
Entonces me emocioné mucho cuando en 1991 la cartelera del original Festival Cultural Sinaloa incluyó la ópera La Traviatta, que Verdi entretejió inspirado en la novela de Dumas, aunque sustituyó el nombre de Margarita Gautier por el de Violetta, papel a cargo de la soprano Winifred Faix-Brown, mientras que Enrique Patrón de Rueda sujetaba la batuta como el director general.
Se celebraba la quinta edición del Festival por la época en que aún no existía la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, de modo que se trajo a la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato; tampoco se contaba con la tecnología para que el público leyera, en español, lo que pasaba en italiano sobre el escenario, que a mí no me apesadumbró, porque me había comprado el libro de La Traviatta y conocía cada renglón de la historia, a tal desfachatez que nada más me faltó cantarla.
El estreno fue en el Teatro Pablo de Villavicencio (jueves 21 de noviembre de 1991), a donde arribé junto con el fotógrafo Javier Gómez, de El Debate, porque quería una imagen de cuando Alfredo estrella en la cara de Violetta un fajo de billetes, al centro de un lujoso salón europeo, en público.
A los días fui de nuevo al Panteón San Juan en busca de la tumba de nuestra Traviatta, porque una amiga había mostrado curiosidad luego de que lo publiqué en el periódico. Y allí estuvimos toda una tarde, con demasiadas dudas sin resolver, como por ejemplo qué edad tenía cuando falleció, cuál había sido la causa, por qué nada más existía la inscripción de su padre en la lápida, si había tenido residencia en Culiacán, o si ella y su padre habían sido franceses de paso por la ciudad. Pero, sobre todo: ¿de dónde le venía el nombre de Margarita Gautier, como en La Dama de las camelias?
En italiano, La Traviatta significa ‘la extraviada’, por su oficio de cortesana. Por respeto, ello no se puede aplicar a la Margarita Gautier que hubo en el San Juan, pero sí la acepción relacionada con el extravío de su tumba, lo cual es una pena. Y punto. Comentarios: contacto@al100xsinaloa.com