|
"COLUMNA"

"Expresiones de la Ciudad: Para tesis, la Facultad de Historia de la UAS"

"En medio del morbo nacional, la periodista Carmen Aristegui sacó a relucir supuestos plagios de Enrique Peña Nieto en su tesis de licenciatura."
La ruta del paladar
22/08/2016 10:30

 

Hablando de tesis y traiciones, y de paso consumiéndose la escasa credibilidad que le resta a Enrique Peña Nieto, así, a secas, sin el mote de “licenciado” porque me pegan, aunque me va a pegar más la secretaria general del PRI, Carolina Monroy del Mazo; y enterado que debo empezar a esculcar qué plagios he hecho en mi vida por si algún día llego a ser presidente, aunque seguro que dentro de 25 años ya habré estirado la pata; y luego de haber concluido que hubo más caldo que albóndigas -plagiando la filosofía populachera de mi tía la arpía- respecto al anuncio de Carmen Aristegui sobre su nuevo reportaje en torno a la falta de ética de nuestra figurita presidencial, heme aquí espabilando las neuronas para recordar experiencias propias con tesis profesionales.
Quiero decir, y digo, que elaborar una tesis con todas las de la ley, de verdad es meterse en intríngulis, significa incluso amanecer torcido -como me sucedió a mí- luego de una noche de piénsele y piénsele,  de hasta cantar aquello de doy de vueltas y vueltas y vueltas y no me acomodo, y de llamar escandalizado a tu editora favorita, Adriana Castro, diciéndole que traes la espalda chueca y que no puedes escribir la nota de la semana, para que luego ella te diga que corras a Las Quintas con el quiropráctico Francisco Morales, y que éste te tuerza el cuello igual como mi madre torcía el de las gallinas con cierta ternura (ojo, escrutadores de carreras presidenciales, esto último es de Gabriel García Márquez).
Huyéndole al plagio, hacer una tesis como Dios manda, es caer a veces en el desespero y poner tus escritos en manos de un corrector de estilo a un mes de presentarlos frente a los sinodales, y que una semana antes de la fecha fatal descubras que te están cambiando todas las palabras y todos los conceptos y hasta a la madre que te parió, y más desesperado que la primera vez te comuniques con tu amigo Ulises Cisneros en plan de help me, help me!, y el par de locos se pongan a analizar en qué quedó la lágrima mexicana luego de chutarse a Sara García en “Cuando los hijos se van”.
Claro que esto pudiera llegar a darse cuando te toca un asesor de tesis decente, que te está dando en las costillas para que no pares, que te motiva y córrele porque te pego, de modo que no puedas copiarle ni tres líneas a la tesis del vecino. Gracias a Dios, o a quien sea, yo tuve un asesor de esos, de nombre Samuel Octavio Ojeda Gastélum.
Y a la par en relevancia, estuve en un centro educativo que roza arriba de lo decente: hice mi Maestría en la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), allí donde la exigencia está a la altura de su prestigio académico, donde no es tan fácil entrar y donde el que sale es porque deveras se la partió, torcido y todo.
La Facultad de Historia de la UAS le ha aportado a Sinaloa un filón tremendo que falta de reconocerse: tesis profesionales en línea o en físico para su consulta, investigaciones sobre el devenir histórico de la entidad en casi todos los rubros, pero no nada más así, con la puntita, sino altamente expertas, una maravilla de documentos, investigaciones de valía elaboradas por alumnos que de verdad se la partieron y se torcieron.
Para mi consumo y aprendizaje, tengo a bien haber “bajado” -no plagiado- las siguientes tesis: “Entre la salvación del alma y de los bienes: testamentos de la elite sinaloense en el siglo XIX”, de Venecia Citlali Lara Caldera; “Censura, prohibición y respuestas discursivas durante la Colonia”, de Luis Guillermo Ibarra Ramírez; “Drogas y traficantes en la prensa de Culiacán 1940-1950”, de Luis Martín Padilla Hernández; “Homicidio y sociedad: Culiacán 1940-1960”, de Óscar Leonel López Álvarez; “El mercado de caricias y placeres: prostitución y prostitutas en Culiacán y Mazatlán (del Porfiriato a los años Posrevolucionarios)”, de Ana Julieta Rueda Morales; y “Bandolerismo y politización en la serranía de Sinaloa y Durango, 1879-1888”, de Pedro Cázares Aboytes.
Esto, por interés personal. Pero si usted, oiga, quiere saber qué más hay en materia de investigaciones, recuerde que para tesis verdaderamente profesionales, nadie mejor que la Facultad de Historia de la UAS. Y punto. Comentarios: expresionesdelaciudad@hotmail.com