"La Ruta del Paladar: Una tisana dorada para enamorar"
Uno no puede menos que sonreír desde el primer sorbo. Es una bebida con un tono dorado que embelesa, con un perfume que enamora y un arcoíris de sabores que traslada a sitios de ensueño. Me declaro fanático de las tisanas, que redescubrí en una tarde de estío con la chef Delia Moraila sudando la gota gorda, mientras me enseñaba a detalle cómo preparar esta infusión de raigambre antiquísimo, pero que se ha empolvado en el baúl de los olvidos desde que se ha dado preferencia a los refrescos embotellados, los de cola sobre todo, más toda la pérfida gama de líquidos edulcorados y engañosos que nos tiran el agarrón desde los estantes del supermercado, prometiéndonos salud, energía y vida eterna, con una desfachatez inaudita y espantosa.

Eso de la conversión en fanático, es cierto, al punto de haberme mercado, recientemente, un artefacto para deshidratar frutas y otros alimentos; a estas alturas del partido he deshidratado casi todo lo que he tenido al alcance, con tal contento por los fabulosos resultados, que hasta he visto de reojo a mi gato Tiberio. Pero hasta allí. Entre las frutas que han pasado por el aparato, están la piña, la manzana y la pera, que no por dárselas a desear, pero han quedado riquísimas, con todos sus sabores y propiedades súper concentrados, pues éstos permanecen, además de la fibra, porque lo único que vuela al cielo, dando aleteadas de vapor, es el agua que contienen.

Dígame si no: cada vez que vamos a recibir visita formal en casa, nos ponemos como locos respecto a qué le vamos a ofrecer de beber, más si el visitante no toma nada que contenga alcohol. Pero qué tal si nos prevenimos desde ahora teniendo en nuestras alacenas frutas deshidratadas, que es mucha la variedad que puede hallarse en los mercados y muy alta la gama de lo que podemos deshidratar en el hogar, en caso de que contemos con el susodicho artefacto. Y si además hay en el refri algo de fruta fresca, y si en las especieras tenemos maravillas como clavo entero, rajas de canela, anís estrella y cardamomo, pues créame que ya la hicimos: en una taza añadimos fruta deshidratada y fruta fresca cortada en petit brunoise (cuadros chiquititos), especias martajadas y la llenamos con agua muy caliente, cubriendo la taza con un platito y dejamos reposar por 10 minutos.

Cuando ya casi ha concluido el reposo, colmamos una copa grande con cubos de hielo, le añadimos dos cucharadas soperas de algún jarabe (yo usé jarabe de jengibre) y enseguida le vaciamos la taza con la infusión de frutas y especias: de súbito, el perfume enamora; y si alguien opta, como yo, por una tisana dorada (el color depende de las frutas elegidas), entonces ese ámbar embelesa. Y cuando empezamos a degustarla, créame que va a tocar una esquinita del cielo, más cuando el paladar empieza a tropezarse, ya con la rajita de canela, ya con una esquinita de anís estrella, ya con un trocito de fruta deshidratada. Ya con todo. Y entonces va a entender el porqué de mi conversión a fanático de tisanas, que las hay frías y por supuesto las hay calientes.
Por si tenía duda, la tisana es una infusión y ésta no se pone a hervir, sino a reposar. Y no lleva azúcar directa, sino jarabe. Y concluyo en que si Quirino Ordaz se ha ordenado como el mejor gobernador de México, entonces yo soy el mejor tisanero del mundo. Escríbame: contacto@al100xsinaloa.com