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"COLUMNA"

"La Ruta del Paladar: Fue el último taco, pero era un taco gourmet"

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La ruta del paladar
11/10/2018

Hace varios lustros, por esa época adolescente de extrañezas cuando te empiezas a descubrir, fui a Altata con un par de compañeros tras la aventura de acampar en la península, frente a la bahía.

Un lanchero nos cruzó y lo primero que hicimos -ya en la playa del Golfo de California-, fue enterrar las raciones de agua bajo la arena, porque la queríamos fresca. Llegó la noche y sin gestos nos fuimos a dormir en una carpa que habíamos improvisado.

 Al amanecer no hallamos ni una gota de agua embotellada: la marea se la había llevado. Y luego de traspasar dunas, de sortear matorrales y de alcanzar la orilla contraria, solicitamos auxilio para volver de nuevo a la zona restaurantera, donde nos esperaban Rafaela Gómez y su hija Yolanda Andrade, madre y hermanita de uno de mis amigos.

Puesta del sol en la Bahía de Altata, en Navolato, Sinaloa.

 He recorrido Altata recientemente, volví a quedarme impávido por el espectáculo de su víspera, posé la vista sobre la línea de tierra que se distingue hacia el poniente, y sin remedio recordé aquella lejana anécdota de náufragos sedientos, por esos días en que la actriz y conductora Yolanda Andrade era apenas una niñita, grácil y con un aura de ternura radiante.

He recorrido Altata como nunca lo había hecho, me envolví con las fragancias de su cocina, conocí a personajes que se han quedado conmigo en la esquina de la nostalgia, y esto se lo debo agradecer profusamente a Natalia Hernández, del restaurante Long Beach; y a Juanita Pérez, periodista de Navolato.

 Claro está que ya no fue menester improvisar un pabellón para dormir, gracias a la esplendidez de la gerencia del Hotel Boutique Altata Bay, proveedor de una noche de cortesía.

Restaurante Altata Bay

Y justo Altata Bay es el nombre del último de los ocho restaurantes que visité en plan de degustación, al término de un día tan abrumador como placentero. Llegué allí ahíto de pescados y mariscos, incluso ya sin memoria en la cámara fotográfica, por lo que pedí tiempo para descargar las fotos en mi computadora de viaje.

 Al volver, una chef -con nombre de mar- esperaba por mí ante el primero de los dos platillos a probar: era un Taco de queso, pero no un taco cualquiera, sino con todos los signos de la calidad gourmet, porque tras la tortilla de maíz había una costra de queso Chéster y un relleno de pulpo, cocinado con una salsa negra que potenciaba su sabor. En realidad, me gustó mucho.

Taco de queso con pulpo.

 Después, la chef Estrella Marina Nieblas Zazueta hizo que sirvieran, ahora de la barra fría, el Aguachile Dúo, que sin rebuscamientos respecto al nombre, era una combinación de camarones crudos y cocidos sobra una cama de rodajas de pepino, muy bien emplatado, con el consabido jugo de limones y espolvoreados con chiltepín. Francamente no hubo sorpresa en cuanto a sabor, pero sí frescura, porque es ello lo que sobresale en prácticamente todos los negocios de la bahía; y a tal detalle abona mucho la ubicación del Restaurante Altata Bay, cimentado sobre el agua y provoca que te sientas flotando, con el mar bajo los pies, lo que es, creo, su aspecto más llamativo y exitoso.

Quiero decir que con esta degustación cierro mi agenda de Altata, sumando un total de ocho restaurantes. También expreso que, más adelante, serán mi paladar, gusto y bolsillo quienes definan la ruta, excepto una invitación pendiente. Y es todo.

 Escríbame: contacto@al100xsinaloa.com

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