El Papa León XIV expresa preocupación por la violencia en el Congo y honra a nuevos mártires en Europa
En el llamado “domingo de la alegría”, el Papa León XIV dedicó un mensaje marcado por la preocupación y la memoria. Al término del Ángelus, el Pontífice manifestó su dolor por el recrudecimiento de la violencia en el este de la República Democrática del Congo, una región golpeada nuevamente por enfrentamientos armados pese al acuerdo firmado el pasado 25 de junio en Washington por los presidentes de Congo y Ruanda, con la presencia del mandatario estadounidense, Donald Trump.
El Papa afirmó seguir “con viva preocupación” la situación en esa zona del país africano, donde la ciudad estratégica de Uvira fue escenario de una reciente ofensiva mortal atribuida al grupo M23, respaldado por Ruanda.
De acuerdo con autoridades regionales, los ataques dejaron más de 400 personas fallecidas y alrededor de 200 mil desplazados, en un contexto que evidencia el incumplimiento del pacto de paz. Desde Estados Unidos, el secretario de Estado, Marco Rubio, acusó a Ruanda de violar el acuerdo y advirtió que la administración de Trump actuará contra quienes lo pongan en riesgo.
Ante este panorama, León XIV expresó su cercanía con la población congoleña, afectada durante años por la violencia y el terrorismo, y exhortó a las partes involucradas a detener los ataques y a optar por un diálogo constructivo que respete los procesos de paz en curso.
En el mismo mensaje, el Pontífice dirigió su atención a Europa para recordar dos recientes ceremonias de beatificación. En Jaén, España, fueron elevados a los altares los sacerdotes Emanuele Izquierdo y Antonio Montañés Chiquero, junto con 123 compañeros, asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa de la Guerra Civil española entre 1936 y 1938.
Asimismo, en París, en la catedral de Notre Dame, se proclamó beatos a 50 fieles —entre ellos sacerdotes, religiosos, un seminarista y un laico— que perdieron la vida por su fe durante los años 1944 y 1945, en el contexto de la ocupación nazi en Francia.
El Papa agradeció a Dios por estos nuevos beatos, a quienes describió como ejemplos luminosos para la Iglesia y valientes testigos del Evangelio, que permanecieron fieles a su fe y a su comunidad incluso hasta el sacrificio de sus vidas.