#25N: del machismo al acompañamiento violeta

    No puede hablarse de plenitud ciudadana si en los espacios públicos y privados persisten estructuras machistas y convencionales que estereotipan a las mujeres, al tiempo que normalizan e impiden visibilizar las violencias de las que son víctimas. Ante la conmemoración este 25 de noviembre del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es fundamental priorizar política pública y en organizaciones de la sociedad civil la identificación, visibilización y activación del aparato de justicia ante esas agresiones que enfrentan en la cotidianidad.

    Radicalizar la lucha por la eliminación de la violencia contra las mujeres es indispensable para alcanzar equidad e igualdad; naturalmente, la violencia misma debe ser excluida como medio.

    No puede hablarse de plenitud ciudadana si en los espacios públicos y privados persisten estructuras machistas y convencionales que estereotipan a las mujeres, al tiempo que normalizan e impiden visibilizar las violencias de las que son víctimas.

    Ante la conmemoración este 25 de noviembre del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es fundamental priorizar política pública y en organizaciones de la sociedad civil la identificación, visibilización y activación del aparato de justicia ante esas agresiones que enfrentan en la cotidianidad.

    Los datos son reveladores de una realidad que demanda la deconstrucción de estructuras normalizadoras de la violencia de género. De las 265 mil llamadas anuales que recibimos en el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, procedentes de todo el País y del extranjero, el 65 por ciento son de mujeres y en un 90 por ciento hacen alusión a algún tipo de violencia.

    Dos elementos impiden aún profundizar en los mecanismos para desestructurar concepciones tradicionales que plantean como natural aquello que afecta a las mujeres. Por un lado, la incapacidad para visibilizar espacios donde se presentan esas conductas, y por el otro, el uso de la violencia como una forma de combatirla.

    Sacar del plano teórico las agresiones de género y hablar de ellas en la acción diaria y en la política pública representa visibilizar entornos y actuaciones que pueden ser del crimen organizado, la pornografía o la Trata de Personas, donde la mujer ha sido estereotipada y cosificada.

    Romper con esos mecanismos que silencian o anulan la versión de las víctimas es parte central de esa deconstrucción y de la transformación del cómo se presenta la identidad de las mujeres en ciertos sectores.

    La ciudadanía entendida en el contexto de los valores post-industriales exige erradicar las estructuras de control patriarcal y transformarlas en una cadena de servicio para lo que denomino acompañamiento violeta.

    Fomentar la denuncia, educar en la construcción de masculinidades no hegemónicas y conformar redes de apoyo es contribuir al adiós de esos rezagos de sociedad patriarcal que todavía normaliza la violencia.

    En la Línea Mujer y Familia y el Chat de Confianza (55 5533 5533) del Consejo Ciudadano el equipo jurídico y psicológico tiene puestas las gafas violetas en cada una de las atenciones que ofrecen gratis, 24/7 y a todo el país. A quienes llaman, antes que nada, les recordamos que no están solas.

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