La iniciativa de Reforma Electoral enviada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador a las cámaras legislativas es de gran trascendencia. Será un instrumento idóneo para consolidar la democracia, dependiendo de los ciudadanos la elección de los gobernantes, desde el Presidente de la República hasta los presidentes municipales y regidores. Entre lo más notable es que se terminará con los diputados plurinominales, verdadera carga para las finanzas públicas, sin ningún beneficio para los ciudadanos.

    Otro punto que nos parece de suma importancia es la reducción del subsidio a los partidos políticos, que se otorgará solo en tiempo de campañas y se les suspenderá durante el periodo que no desarrollan actividades políticas. No tienen los ciudadanos por qué subvencionar a los partidos políticos en los largos periodos sin actividades de proselitismo. Actualmente los ciudadanos mantienen una burocracia partidaria parasitaria, la cual -en la iniciativa que comentamos- desaparecerá. Los ciudadanos aplauden con entusiasmo las medidas señaladas. México sostiene la burocracia partidaria más cara del mundo, es penoso el dispendio que en la actualidad realizan los órganos electorales y los partidos políticos gastando carretadas de dinero público.

    Con la reforma electoral enviada al Legislativo se privilegia la democracia verdadera y se suprimen los gastos superfluos. Es falso que en la iniciativa electoral se pretenda suprimir el INE y al Tribunal Electoral de la Federación, se plantea reducir el número de consejeros y se van a reorganizar sus funciones, pero no se pretende desaparecerlos de ninguna manera; eso es parte de los infundios que esparce la Oposición, sin ningún fundamento, como todas sus ríspidas campañas que son un compendio de falsedades de lo más rupestres. Por eso los ciudadanos desdeñan a la oposición conservadora, porque la mayor parte de su actitud se funda en falacias sin fin. La Oposición en este país es mitómana, no esparce ideas sino infundios mal hilvanados, por eso no convence.

    La reforma electoral referida tiene como base nuestra Carta Magna y, a partir de su articulado, se fundamenta su contenido. No nos enredemos: la Oposición conservadora desdeña las iniciativas del Presidente López Obrador, en la mayoría de los casos sin conocerlas en su dimensión social y sin haber leído ni siquiera la exposición de motivos. Lo hemos dicho y lo reiteramos: tenemos en nuestro País una Oposición ágrafa, que actúa con un discurso lleno de improperios, sin ninguna tesis política que sustente sus posturas, cuanto más recurre a frases copiadas descontextualizando su contenido primigenio, no aporta nada nuevo en el debate político.

    En el debate que pronto se iniciará en el Congreso legislativo, vamos a ver las burdas posturas de rechazo a ultranza, sin el mínimo planteamiento de ideas y sin aportar la Oposición nada sustantivo al debate sobre la iniciativa de reforma electoral. Tampoco habrá, por su parte, una valoración de los cambios de fondo al sistema electoral. Ya empezaron a anticipar su postura cerrada. Los partidos coligados del prianismo no niegan su conservadurismo a ultranza que los caracteriza, lo presumen de manera diáfana, siendo intolerantes a los cambios democráticos que se plantean en la iniciativa. Es tan burda su oposición que prefieren irse al fondo de la ignominia histórica que ceder en puntos sustantivos de esta reforma tan necesaria.

    Lo positivo en el País es que cada vez más se robustecen las ideas progresistas y, ante esa realidad, la Oposición derechista, en cada elección, va cosechando alicaídos resultados electorales; el grueso de la ciudadanía ha dicho basta al atraso político y se ha echado a andar por el camino de la plena consolidación de la democracia en todas las entidades que integran esta gran nación. El electorado, después de probar la fuerza de su sufragio, difícilmente regresará al pasado ignominioso que padecieron por décadas: todo pa’ delante con paso de vencedores.

    Los ciudadanos confían en su futuro lleno de buenaventura, en donde el bienestar los cobije sin cortapisas, palpan que el país ha entrado en una etapa de despegue, pese a los negros augurios de los opositores. Los hechos señalan que es indetenible el desarrollo del País, para regocijo de su pueblo.

    Hay pronósticos halagadores sobre el desarrollo de México, no son solo buenos deseos, el optimismo se basa en premisas macroeconómicas que se vislumbran en el horizonte nacional, con nítida certeza.

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