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"Josué Alejandro ya no volverá a volar papalotes en los cerros de la colonia Pueblo Nuevo, Escuinapa"

"Familiares del menor lo velan en la casa de su abuelo, cerca del domicilio donde fue hallado sin vida"

ESCUINAPA. Josué Alejandro no volverá a volar papalotes sobre los cerros de la colonia Pueblo Nuevo, ni brincara sobre los techos de la casa de los abuelos.

Hoy “Facundo” nombre que se le dio por corajudo, divertido e hiperactivo, está bajo ese techo de los abuelos, sobre una caja blanca, pequeño, con rastros del hecho que lo dejó sin vida.

Su familia llora al fondo de la vivienda, sus padres relatan esas últimas horas, de angustia, de desesperación y dolor.

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Guadalupe Ulivarría, relata, eran las 19:00 horas del sábado cuando se metió a bañar, observó a su hijo, jugando a los “tazos” sobre la banqueta de ese abarrotes que atraía niños, por las “maquinitas”.

“Cuando salí de bañarme ya el niño no estaba en la banqueta, fuimos a buscarlo por el malecón, los campos de futbol, fuimos y preguntamos varias veces a esa casa, no sabían según, mi corazón decía que ahí estaba, no me equivoqué”, dice don Lupe.

Con 10 hijos, Josué era el noveno, aficionado a los papalotes, al juego con los demás niños de la cuadra, lejos de los celulares o la televisión, en esa zona casi todos son familia, no había desconfianza, pero el miedo empezó, la última vista que tenían sobre el niño era esa banqueta.

La búsqueda movió a los tíos, abuelos, la familia de su agresor señalaba probabilidades de lugares donde estaría, las horas transcurrían, lo mejor fue llamar a la Policía.

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Alrededor de las 23:00 horas, una agente de Policía que participaba en la búsqueda fue llamada para ir a ese domicilio, después los compañeros fueron llamados, Josué estaba ahí, sobre una cobija, ellos ya no pudieron verlo, el niño del juego incansable, yacía en una de las recámaras.

“Nuestro niño no merecía esa muerte brutal, queremos que investiguen a toda la familia, ya andaban comprando el mecate con que cierran las arpillas ¿Qué querían, tirarlo? Nos deja mucho dolor”, dijo su tía Catalina.

Josué no volverá a su salón de clases de la primaria Antonio Rosales donde cursaba el tercer grado, ni a abrazar a su mamá María Victoria, quien no deja de preguntarse que hizo su “Facundo” para que le arrebataran la vida de esa manera, para que no hayan tenido compasión de su fragilidad de niño.

“Ese niño que está en la caja, no es el niño que veía ayer, que veía feliz, no es el niño que salió de mi casa y jugaba afuera de la tienda”, dice.

Josué vivía a tres casas de la acera de en frente donde fue asesinado, hoy es velado a cinco casas de su domicilio, en la casa del abuelo, que la noche del sábado pedía justicia y señalaba tener un dolor profundo de que su nieto estuviera solo, dentro de un domicilio que se convirtió en su tumba mientras llegaba la Policía Investigadora de la Fiscalía General de Justicia de Sinaloa.

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